En mayo habrá como cada año, capullos y flores, pero lo que más preocupa a la clase política es quién irá o no en la lista a las elecciones municipales. Andan todos muy nerviosos porque los tiempos se van cumpliendo y cada vez queda menos para que quienes tienen que deshojar la margarita lo hagan, desvelando quienes están en el ramo y quienes se quedan fuera.
Ninguno de los dos candidatos por los partidos mayoritarios lo tiene fácil a priori, precisamente por la situación en que se encuentran sus propias formaciones.
En el Partido Popular, Luis Rogelio Rodríguez, anda haciendo encaje de bolillos, ya que tienen puesto fijo Esteban Rodríguez y Ana Labella por el pacto con GIAL, y lo tienen también Paco Amizián que a pesar de ser oficialmente más que un concejal de Obras Públicas y Agricultura, es quizá el más próximo en el día a día del alcalde de la gestión municipal... si de otro se decía que le cabía el Estado en la cabeza, a él le cabe Almería calle a calle... pero también estará Pablo Venzal, que lejos siempre de los primeros planos está llevando a cabo una política económica acertada para estos tiempos tan críticos. A ellos hay que añadirles dos personas más con cargos orgánicos como el secretario general de Almería, Javier A. García y la portavoz andaluza, Rosario Soto, a quienes desconozco si les paga el partido pero sí el Ayuntamiento.
Fuera de esos siete, casi todo es fruto de un complejo equilibrio en el que por ejemplo, hay que tener en cuenta que la mitad de la lista deben ser mujeres, o lo que es lo mismo, que entre los siete más que pueden salir como concejales de la próxima Corporación, debe haber más mujeres que hombres... o dicho de otro modo, que las actuales concejalas tienen más papaletas para seguir siéndolo que sus compañeros, por lo que María Vázquez o Rebeca Gómez en principio están casi aseguradas en la candidatura.
Pero hay más elementos en este complicado sodoku que tiene que cuadrar el alcalde en el próximo mes. Uno es la posibilidad de que alguno/a (el matiz es importante) de sus ediles vaya en la lista al Parlamento de Andalucía, con lo cual correría la lista. También cuanta el PP -y así lo anda prometiendo entre algunos de los suyos- con ganar los gobiernos andaluz y español, y los cargos ya se están repartiendo como premio directo a unos y como consolación a otros, pero se están repartiendo.
Por eso será importante también quienes irán en la candidatura a partir del quince, ya que un año después algunos de ellos podrían ser concejales por cambio de destino de los que hubiese en ese momento... o ellos mismos pasar a otros puestos... si Arenas logra lo que lleva intentando toda su vida.
Y si nervios hay entre quienes tienen el convencimiento de ganar, la cosa es mucho más extraña entre quienes se quedarán en la oposición.
Extraña por cuanto también juega en la estrategia de los socialistas el reconocimiento de que las posibilidades de perder el Gobierno andaluz son tantas como las de perder el español, y de que Griñán y Zapatero van a pasar a "segunda actividad" más pronto que tarde.
Es por eso que Juan Carlos Usero se aferró a ser el candidato a la alcaldía de la capital aunque para ello tuviese que pasar por encima de quien le puso de presidente de la Diputación, de quien le puso de delegado en la Junta de Andalucía... era consciente de que la institución provincial está en la cuerda floja (y es que la podría volver a ganar el PSOE) y que pensar en "ser algo" en la Junta se complica a cada minuto que pasa.
Pero si lo del propio Usero se ponía complicado, aún más lo era para algunos jóvenes pero también para algunos mayores, todos ellos acostumbrados a ser recolocados en un sitio u otro dentro de estas administraciones tan comunicantes entre sí.
La idea, en cualquier caso, sería elegir a los mejores, pero en realidad lo que hará Usero será intentar mantener un frágil equilibrio entre los distintos sectores del partido, y quien dice sectores dice también amistades y afinidades, dice cumplimiento de promesas, dice compensación de fidelidades y búsqueda de las mismas... y todo ello teniendo presente la "cremallera" y que probablemente ninguno de los que va en la lista puede pensar en que luego será "liberado" para ir a la Junta de Andalucía, pero también que hay quienes estando ahora en la Junta de Andalucía (sumen a los delegados el personal de confianza y los que están en empresas públicas como Egmasa) ven peligrar su puesto y quieren volver al calor municipal.
Para elegir a los mejores a veces sólo hace falta querer hacerlo, y para ello es imprescindible creer en la democracia -incluso interna- en tener capacidad de diálogo antes de tomar decisiones, y en contar con gente pueda permitirse el lujo de discrepar.
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