Sin lugar a dudas que el PSOE de Almería se haya desvinculado de la moción de censura de Zurgena contra el alcalde del Partido Popular, Francisco Ramos, es algo que hay que valorar positivamente, y bueno sería que otros tomaran nota de esta decisión que, por otro lado, carece de relevacia real.
Parece poco creíble que la dirección provincial del PSOE desconociera que se preparaba una moción de censura, que desconociera quienes la iban a firmar, y que tuviera que darse a conocer todo eso para que reaccionaran desautorizándola. Las palabras de la secretaria de Política Institucional Adela Segura, no son más que eso, palabras.
El caso es que Zurgena se ha convertido con la colaboración de todos los partidos políticos, en ejemplo de burla y escarnio de la democracia y del respeto al voto ciudadano. Lo que mal empieza suele acabar mal, y eso no significa que las mociones de censura están mal, por que hay ejemplos en los que sirven para enderezar el rumbo de un ayuntamiento. No hay que ir muy lejos, y podemos ver el ejemplo de Vícar, donde un gobierno del PP apoyado por un concejal de IU y un independiente sufrió una moción de censura que llevó a la alcaldía al socialista Antonio Bonilla. El pacto antinatura entre el PP y los otros dos ediles (cierto que en los pueblos cuenta más la personalidad de los ediles que las siglas, y acuerdos de este tipo hay veces que salen bien, y por eso tampoco pueden rechazarse sistemáticamente) se vio roto y Bonilla fue elegido alcalde... y ahí sigue, con el voto ciudadano respaldándole elección tras elección, siendo el municipio más grande de la provincia en manos del PSOE y sin riesgo de que las cosas vayan a cambiar.
Es decir, las mociones de censura no son perversas en si mismas, pero lo de Zurgena cruza todas las líneas razonables, y el acuerdo que hay ahora en marcha es sólo una etapa más del espectáculo que están dando los concejales desde hace muchos años.
En el año 2005, el PSOE, incapaz de ganar unas elecciones municipales, planteó una moción de censura contra el alcalde del Partido Andalucista Cándido Trabalón. Para ello sumó la firma de un edil andalucista, Aniceto López que, misteriosamente desapareció del pueblo en las fechas oportunas y la moción de censura no prosperó.
Luego llegaron las denuncias de la Junta de Andalucía por irregularidades urbanísticas en el municipio, unas denuncias que, curiosamente sólo se producen en pueblos donde no gobierna el PSOE. Pero bueno, dejémoslo ahí, porque se producen esas denuncias y a pesar de ellas, Cándido Trabalón vuelve a presentarse a las elecciones municipales y el PA vuelve a ser la lista más votada.
Pero haciendo caso omiso a lo dicho por las urnas, los concejales dilucidan si debe gobernar el PP o el PSOE, ambos con menos votos que los andalucistas... y no, no había ninguna condena por medio.
Al final el PA decide apoyar al PP, que tenía un concejal menos (¿por qué el partido con menos votos de los tres logra la alcaldía?), y lo sigue apoyando incluso cuando pierde otro -el de Hacienda- que se va al grupo mixto. Ahora ese exconcejal del PP, más los del PA apoyarán a un alcalde socialista (¿por qué cambian los andalucistas de opinión?).
Es decir, los mismos socialistas que quisieron acabar con Trabalón como alcalde, los mismos que criticaron al PP por contar con el apoyo de un imputado, ahora, que está condenando, no tienen problema en contar con él en su equipo. ¿Por qué ahora el malvado deja de serlo?
El PSOE de Almería aún no ha explicado esta clave, pero mucho menos ha explicado qué piensa hacer con los socialistas zurgeneros si finalmente se consuma la moción de censura. Probablemente todo se quede en nada, es decir, en una pose; como mucho, veremos un remake de lo sucedido en el Ayuntamiento de Benidorm, donde en una situación similar de desaprobación fueron expulsados para... en las siguientes elecciones municipales recibirlos de nuevo con los brazos abiertos.
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