Bromuro para el PP

Lugares comunes en titulares y análisis del exultante 17 Congreso del Partido Popular. Seguido por los medios, es fácil acaba embriagado por el aroma de la victoria, por lo que haber pasado el fin de semana en Sevilla debe ser especialmente seductor para esos cientos de recién incorporados al poder tras las elecciones autonómicas y generales, y tal vez más aún para los andaluces que atisban a vuelta de página de calendario arrancarle el penúltimo pétalo a la rosa marchita.
El presidente Mariano Rajoy y algunos de sus ministros parecen estar mucho más asentados en la realidad que muchos del corifeo halagador. Escuchar a los palmeros colocar al PP como un Mesías del que Rajoy es su profeta, y que guiará a esta España de destino en lo Universal hacia sus esencias, da miedo cuando no risa.
El problema de todo esto es que Javier Arenas puede acabar pagándolo caro. Arenas se ha pateado Andalucía como ningún otro político lo ha hecho antes, y conoce cada pueblo y cada rincón de esta tierra nuestra, conoce sus problemas uno a uno, y tal vez conoce muchas soluciones, pero corre el riesgo de morir en el intento.
Destacar el "enorme poder" que los españoles han puesto en manos del PP es ignorar la realidad, y esa ignorancia puede acabar costándole a Arenas un precio demasiado alto. Porque la realidad es que el PP, después de los casi ocho años infames de Zapatero, el que no se atrevió a volver a presentarse a la reelección... no ha logrado que Rajoy pueda tener más votos que él.
Vale, sé que es insistir sobre datos ya destacados desde el 20N de 2011, pero tras la desbordante euforia de este fin de semana, es conveniente recordar que el PP sólo logró seiscientos mil votos más que en las elecciones generales anteriores, y que con un millón más de votos más que Rajoy, Zapatero no logró la mayoría absoluta. Insisto en lo que todo el mundo ya sabe: el PP no ganó, fue el PSOE quien perdió estrepitosamente.
Viniéndonos a Andalucía, aún está por ver si la victoria del PP-A es por sí mismo o por incomparecencia del adversario.
Si ante un Zapatero al que no querían ni los suyos, con una crisis galopante, un descrédito absoluto a todos los niveles... Rajoy sólo logró sacar un puñado de votos más que cuatro años antes, no es descabellado pensar que con un PSOE-A carcomido por las corruptelas y convertido en una pecera de pirañas, el PP-A se limite a lograr algunos sufragios más que hace cuatro años, pero el deslizamiento hacia la izquierda de los votos descontentos acabe relegando a Arenas nuevamente a la oposición.
Es más, la posibilidad de que entren otras formaciones políticas en el Parlamento de Andalucía refleja precisamente eso, que hay una pérdida de voto del PSOE que no va al PP, y por tanto cualquier cosa puede pasar el 25M.
Hace por eso bien Rajoy en no meterse en los charcos a los que le empujan, de cambiar ya la ley de matrimonios homosexuales, de darle la vuelta a la ley electoral, de no hacer... tantas cosas como le exigen sus votantes más mediáticos. Y es que en realidad, el apoyo sociológico -votantes y simpatizantes- al PP no ha crecido pese a ZP, por lo que tampoco se puede arrogar la representación suficiente como para cambiar leyes que contaron con muchos más millones de votantes.
Eso mismo debería pensar Arenas, que lo primero es lograr que crean en él más andaluces, que no espere a que el competidor se desfonde antes de comenzar la carrera, porque de lo contrario, las reformas que Andalucía necesita -más revolución que reforma- no serán ni posibles ni aceptadas.