Sindicatos insolidarios

La huelga general de la función pública ha vuelto a demostrar que los sindicatos se han vuelto absolutamente insolidarios. O insolidarios, o sordos, o ciegos... o mudos.
Mientras la tasa de desempleo subía como la espuma mes tras mes, los sindicatos han mirado para otro lado, y sólo cuando la presión social contra ellos resultaba abrumadora, entonces hicieron alguna concentración de liberados sindicales a las que, en Almería al menos, ni siquiera acudieron todos los que viven -bien- de este curioso trabajo.
Mientras el empleo sigue cayendo, y a los parados se les agota el subsidio primero, luego la ayuda y al final se quedan sin nada más que la caridad de la familia y los amigos, los sindicatos siguen dándole coba al diálogo social, como si lo importante no fueran los acuerdos si no el diálogo en sí mismo.
Mientras el Régimen de Autónomos de la Seguridad Social pierde inscritos, unos por falta de trabajo directamente, y otros porque se pasan a la economía sumergida (es decir, a no tener derecho a paro, a no cotizar para su pensión... y a no pagar impuestos para los gastos del Estado), las organizaciones sindicales hablan de la gran patronal, de la banca...
Pero claro, ahora tocan a los suyos, y la cosa es distinta. Los parados no le importan a los sindicatos lo más mínimo, quizá por que son sindicatos de trabajadores.
Tan es así que ahora, cuando el Gobierno le recorta el salario a los funcionarios sí convocan una huelga general del sector público. Es decir, un millón de parados andaluces no vale lo que medio millón de funcionarios andaluces.
Tan insolidarios son estos sindicatos, que no les mueve la congelación de las pensiones, que no les mueve la retirada del cheque-bebé, que no les mueve la irretroactividad de la ley de Dependencia...
Los sindicatos sólo protegen los derechos de quienes tienen trabajo, lo cual es no sólo insolidario, sino radicalmente erróneo. Bloquear el mercado de trabajo, negándose a adaptarlo a las nuevas condiciones socioeconómicas puede acarrear que las empresas cierren y los trabajadores vayan al paro, sí, quizá con una buena "paga" pero todo se acaba, y si no hay otra empresa que los contrate, o no hay facilidades para que ellos creen su propio puesto de trabajo, el resultado es el que estamos viendo.
No seré yo quien diga cómo debe modificarse el mercado de trabajo, lo que sí es cierto es que el Estado español tiene estructuralmente el doble y en ocasiones el triple de parados que el resto de la Unión Europea y Estados Unidos, que eso acarrea un déficit tremendo por el sistema de protección que tenemos. Así que parece razonable pensar que hay que actuar sobre el mercado de trabajo, que es donde está el problema (o al menos uno de los importantes) si no queremos seguir engordando sin fin el gasto social improductivo, que al fin y al cabo no deja de ser la caridad con la que se prodigaba el "Franquismo". Aunque a lo peor se trata de eso.

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