Salmerón y una historia de premio

Quien fuera diputado por Almería en la I República Española, y posteriormente ministro de Gracia y Justicia, y por último presidente de las Cortes Generales, Nicolás Salmerón, es una de esas figuras históricas de las que el PSOE se ha apropiado, con la misma improcedencia con la que el PP está intentando quedarse con la marca del andalucismo. A ninguno de los dos les queda bien el traje.
Salmerón fue un liberal, mientras que el PSOE presume de no serlo. Salmerón se oponía a la pena de muerte hasta el punto de dimitir antes que firmarla, pero las sospechas sobre la X de los GAL, unido a la buena relación que mantienen con los Estados en que se aplica (Estados Unidos, Cuba...) marca otra diferencia de relieve. Salmerón volvió a su cátedra de Metafísica cuando dejó el cargo, y los socialistas bueno... siempre tienen a mano una empresa pública o privada -pero bien relacionada con lo público- en la que ser colocados para no tener que seguir trabajando. Bueno, además era catedrático, algo de lo que pueden presumir muy pocos, pero que muy pocos de los que se sientan en el Parlalmento de Andalucía o en las Cortes.
Incluso abandonó su visión unitaria y centralista del Estado y se acercó al catalanismo hasta el punto de ingresar en un grupúsculo político nacionalista, mientras en Andalucía se redactaba la Constitución de Antequera en la que además de los símbolos "nacionales", hablaba de Andalucía constituída en "estado" y "soberana y autónoma".
Pero más allá de estos retazos históricos que nunca conviene olvidar, y más si a uno del van a dar un premio que lleva ese nombre, lo que sí dibujo la ceremonia en la que Pepegriñán es lo que pueden cambiar las cosas en política de un día a otro.
Alhama fue el pueblo en el que se reunieron los socialistas críticos con la dirección provincial que encabeza Diego Asensio, y desde aquella comida las cosas comenzaron a acelerarse dentro de la organización. Estos denominados griñanistas, no tuvieron la deferencia de invitar a Juan Carlos Usero, presidente de la Diputación, concejal de la capital, secretario de la agrupación municipal, y afanado entonces para hacerse con la candidura a la Alcaldía de Almería en pugna con un asistente al encuentro, Juan Carlos Pérez Navas, también edil capitalino en ese momento.
Mientras de Nono Amate se presumía hilo directo con el secretario general andaluz, tras haberse encargado personalmente de apartar de la política a Antonio Cantón, hasta el punto de pasar de candidato a la alcaldía in pectore a concejal dimitido, el grupo cogía fuerza y pillaba con el pie cambiado a la dirección provincial y sobre todo a Usero.
En la hoja de ruta no escrita, estaba apartar a las tres o cuatro personas que lideran el partido en Almería, y eso debía ocurrir antes de la Fiesta de la Rosa, y así, cuando llegaran el Premio Nicolás Salmerón, la primera fila de la dirección provincial sería muy otra... a la que finalmente se presentó... que era la misma de los últimos años, y años, y años.
Sí, allí estaban muchos de los de la famosa comida, muchos de los que estuvieron apretando a ver si le ganaban el pulso a Asensio, Soler, y compañía, pero finalmente han tenido que irse a los cuarteles de invierno a esperar que escampe.
El hecho es que ante la nueva situación las reacciones han sido dos y contrapuestas, y que dicen mucho de por donde pueden ir las estrategias de cada uno. Y es que si entre los críticos hay diferencias (no es lo mismo Amate, Contreras, Pérez Navas... que Ruano) tampoco todos los "oficialistas" son lo mismo.
Asensio ha optado por adaptarse a la nueva situación, intentar aguantar el vendaval agarrándose a cualquier cosa con tal de no acabar como pétalo de rosa. Así, sabe que no recibirá presiones si él tampoco crea problemas, y es que Griñán necesitará de él para asegurarse los delegados del próximo congreso "regional" (insisto: ¡que cambien el nombre, que Andalucía no es una región!) y ser reelegido tras las elecciones municipales, garantizándose ser el candidato a la presidencia de la Junta.
Al otro lado está Soler, contrariado, muy contrariado ante la realidad que le está tocando vivir. Él creía que todos los que el adulaban lo hacían por ser tan excelente político, tan estupenda persona, tan excepcional personaje en la historia de Almería y Andalucía... y no por el poder que tenía. Acabado el poder los pies se hunden en el suelo encharcado, y descubre lo fácilmente que todos ellos ("¿tú también, Juan Antonio?" dicen que le ha oído clamar en el desierto de Tabernas) han ido reposicionándose. Eso los que le debían algo, y sólo aquellos que nada le deben son los que a día de hoy se atreven a saludarle en público. Los demás mantienen las distancias, sólo alguna sonrisa forzada, y si pueden ni la mano... qué pocas estrechó Martín el viernes, quién se lo iba a decir a él.
Es por eso que Soler no se despegó de Asensio en Alhama, quién sabe si para que Griñán le saludara al menos de refilón, o para que no se acercara a Diego y mantener la imagen de unidad. A Diego se acercó, pero con Martín no hubo nada, desde luego mucho menos que con Nono, a quien le hizo un gesto cariñoso pasándole la mano.
Griñán resistiéndose a firmar la pena de muerte política de Martín y los que le quedan, y tragando con el cantonalismo del partido. Igual sí, igual tiene algo que ver con Salmerón este Pepegriñán.

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