Sorprendido y ojiplático quedé tras escuchar a la diputada de Personal, Luisa Jiménez, asegurando que "no hay malestar" entre los trabajadores de la Residencia Asistida de la Diputación. Confieso que estuve a punto de repreguntar cual es la razón por la que, desde su punto de vista, llevan varios días manifestándose convocados por la UGT, o cual es el motivo por el que les han llevado al SERCLA.
Hubiera esta bien saber cual es la razón por la que se produce esta protesta, y porqué la Diputación prefiere que siga el conflicto en la vía judicial ya que eso y no otra cosa es lo que supone su incomparecencia ante el SERCLA. Podrían haber ido y aducir allí que el convenio laboral se está cumpliendo escrupulosamente, pero no. Y en estos casos, el que calla otorga.
Fue Noticias de Almería el primero en sacar a la luz lo que estaba pasando en la Residencia, y en denunciar una situación laboral que los trabajadores califican de insostenible, pero que según la diputada están en el mejor de los mundos posibles, ya que las ratios son superiores a las establecidas en el convenio. ¿Tan complicado era ir al SERCLA y decirlo?
Pero si en ese asunto la respuesta fue... impactante... no lo fue menos el reconocimiento de que los trabajadores del área de Cultura llevan meses sin cobrar dietas y kilometraje. El impacto fue doble, ya que en la información que también adelanto este periódico, hablábamos especialmente del área de Bienestar Social, donde hay trabajadores que llevan sin cobrar esos complementos desde primeros de año, y de pasada señalábamos que ocurría en otras áreas, como la de Cultura. Pues bien, la diputada confirmó plenamente lo de Cultura y no entró en la otra, y estoy en condiciones de asegurarles que hay personal de esa otra área a quien se adeuda hasta 2.000 euros en esos conceptos.
Destacaba la diputada que la Diputación se debe a los pueblos, y que no debía extrañar que hubiera trabajadores cuya tarea supusiera recorrer la provincia. Y ahí viene el otro impacto: No, no hay quien vea raro eso, lo que sí se ve raro es que mientras los diputados provinciales tienen coche oficial (unos con chofer y otros sin él, pero todos estupendos vehículos de alta gama) y que suelen usar sin reparo incluso para trasladarse a sus domicilios particulares, e incluso alguno para hacer viajes privados, pues los trabajadores tenga que restar de sus nóminas -ya recortadas gracias a la política social de Zapatero- el dinero de comer fuera en mitad de cualquier pueblo perdido de las sierras, o tenga restar los gastos de gasolina, de amortiguadores, de seguro... y todo porque van con su coche; es decir, que están financiando a la Diputación.
Si algo tienen en común lo que ocurre en la Residencia Asistida y lo que pasa con los trabajadores sociales y los de Cultura, es el dinero.
En el caso de unos no hay dinero para pagarles, y si bien la diputada dice que la cuestión en el caso de los trabajadores que no cobran es que el dinero existe pero hay que traerlo de otras partidas, deja en evidencia que se presupuestó mal, y que además, efectivamente, no hay dinero donde lo tiene que haber. Están esperando a fin de año, a ver cuando les han devuelto de subvenciones no justificadas, o cuanto le devuelven de planes cuya financiación no han podido completar los ayuntamientos... y así, tacita a tacita a ver si pagan a unos y otros.
Pero eso sí, a la Universidad sí se le pueden dar 200.000 euros para actividades que nada tienen que ver con la provincia, o a la radio por internet de la UAL 15.000 euros... Pero, igual estos tampoco cobran ¿o dependerá de quién sea el rector?
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