Quienes por edad no tuvimos conciencia de qué estaba sucediendo en aquellos años, pero sí nos hemos interesado por la historia de la Transición, sólo podemos valorar aquel periodo desde sus resultados, y entonces sí, ahí no cabe más que reconocer que el cúmulo de aciertos fue superior al cúmulo de errores.
Es por eso que en estos días que tanto se ha ensalzado la figura clave de quien fue el presidente encargado de pilotarla, Adolfo Suárez, se han escuchado pocas, muy pocas disculpas de quienes con una visión cortoplacista intentaron y lograron acabar con él.
Probablemente, y visto en perspectiva, Suárez fue la persona adecuada para ejecutar ese cambio de traje, como probablemente resultó positivo que fuera el socialista Felipe González quien le sucediera para consolidar y profundizar en el sistema y contribuir a la credibilidad internacional de la democracia española. Y posiblemente fue imprescindible que luego llegara José María Aznar para modernizar la economía, afianzar la presencia española en la esfera mundial sin complejos, y demostrar que había una derecha que nada tenía que ver con el franquismo, respetuosa con la democracia y la Constitución. Y ahí me quedo.
Ese proceso cargado de riesgos no ha sido excepcional en este país, y si aquí algunos se escandalizaban de que un ministro del dictador como Manuel Fraga -entre otros- tuviera escaño en el Congreso por mucho que lo hubieran votado libremente los ciudadanos, en Chile tuvieron que aguantar al criminal de Augusto Pinochet como senador vitalicio "porquesí".
Pero quienes conocemos la historia de aquellos momentos más por los libros y los reportajes de televisión que por haberlos vivido, no podemos menos que sorprendernos ante la capacidad de fabulación que tienen algunos personajes.
Escucho en LaSexta decir al expresidente Felipe González que hablaba mucho con Suárez y que a veces hasta pactaban la discrepancia para que el "proceso no se fuera de las manos", si no fuera porque fueron los socialistas quienes le acorralaron con una moción de censura que le dejó herido grave. Poco importó al PSOE que los sectores de la ultraderecha cobijados al amparo del Ejército, la Iglesia y el empresariado pudieran reaccionar y dinamitar el camino que se estaba construyendo. Le dio igual, lo importante era el asalto al poder cuanto antes.
Si eso se puede entender en el juego político pese a los peligros que como digo conllevaba, lo inaceptable es escuchar a quien fuera expresidente de Gobierno, Alfonso Guerra, decir (lo leo en El Mundo) que tuvo una relación "bastante grata" con Suárez... Sin duda, y aunque no sea quizá el momento de hacer la broma, es posible que él también esté con problemas de Alzheimer. ¿Grata? ¿lo de "tahúr del Mississippi con su reloj y su chaleco" era un piropo entonces? ¿el como se reía a casi a carcajadas de él desde la tribuna del Congreso lo hemos soñado todos?
Sí, pero no sólo eso, en la noche del lunes veía en TVE 1 un reportaje sobre aquella época y el mismo Guerra afirmaba que fueron ellos, los socialistas, quienes impusieron casi como condición para aceptar el nuevo sistema, que el PCE fuera legalizado... ¡lo que faltaba por oir!
Afortunadamente en el mismo documental Ramón Tamames, que por entonces estaba en la cúpula comunista, evidenciaba justo lo contrario, que el PSOE no estaba por la labor de legalizar a los comunistas en un primer momento, que no les parecía oportuno, y que eso debía dejarse para una fase posterior, cuando la democracia estuviera más consolidada.
La capacidad de fabulación de algunos es realmente digna de tareas más altas que la política... no sé, la novela histórica tal vez.
Aclaro que no cuestiono qué hizo el PSOE porque no deja de tener su lógica dentro de la estrategia partidista, lo indignante es que lejos de justificar y explicar dicho comportamiento, se inventen los hechos.
Es como cuando hablan del 28 de Febrero en Andalucía... ¿olvidamos que el PSOE no quería la autonomía para Andalucía y sólo la defendía para catalanes y vascos, tal como lo tenía pactado con los nacionalistas del norte y la UCD? ¿olvidamos que fueron los andalucistas -y el pueblo andaluz un 4-D previo incluso a la aprobación de la Constitución- quienes defendieron la autonomía? ¿olvidamos que Guerra se negó a que Blas Infante figurara en el ideario del PSOE-A llamándolo "momia" y "trapo" a nuestra bandera? ¿es que no recordamos que uno de los primeros casos de corrupción y nepotismo en la reciente democracia lleva su apellido? ¿es que no recordamos que dijó no al Estatuto de Cataluña pero votó que sí?
Como le ocurrió a Van Goht, Suárez tampoco logró vender más de un cuadro en vida, pero una vez muerto, su obra se revaloriza hasta extremos insultantes, y todos los críticos de arte están dispuestos a encontrar insospechados matices de maestría en cada pincelada. Cuando lo importante de una obra de arte no es ni que te la expliquen ni lo que se paga por ella, una obra de arte sencillamente se ve, te llega, la reconoces. Pues eso.
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