Repasar las fotos de los años en que los andaluces conquistamos la autonomía es repasar la historia de un engaño masivo, de un engaño imperdonable para muchos de nosotros.
En aquellas fotos en blanco y negro, los andaluces de las zonas rurales, habían sintetizado que la autonomía suponía la reforma agraria real, la del reparto de las tierras improductivas de los caciques tipo Duquesa de Alba (sí, esa a la que los socialistas homenajean y a la que hacen reverencias, premian y subvencionan) entre los jornaleros hambrientos de trabajo. Pero todos sabemos que no fue así, y que el PSOE, en una de sus primeras traiciones a este pueblo, optó por crear el Plan de Empleo Rural.
Lo cierto es que a falta de reforma agraria, el PER no fue una mala idea, todo lo contrario, fue algo enormemente positivo para toda Andalucía, hasta que fue pervertido. O quizá nació pervertido, no sé.
Me tócó cubrir como periodista casi todos los juicios que se hicieron en el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía contra un elevado número alcaldes socialistas (sólo uno del Partido Comunista) por fraudes relacionados con el PER, y tengo que reconocer que por primera vez -y última- me encaré con alguien a quien entrevistaba.
Se trataba de una mujer que se había beneficiado de este fraude y me soltó más ancha que pancha, que "pa eso está la teta de la vaca, pa mamar, y el que no mama, que se joa". En ese momento el Gobierno socialista acaba de hacer un recorte laboral (sí, que Felipe y Arfonzo también los hacían, jovenzuelos), reduciendo los meses que se cobraba el subsidio por desempleo y su cuantía económica por año trabajado, y yo estaba especialmente sensible por si no me renovaban el contrato en el periódico, y le solté a la señora que si ella y los que allí estaban hubieran sido honestos, esa medida no habría hecho falta, que en realidad a quien había robado era a todos nosotros. Se quedó a cuadros.
Hay que recordar que los agricultores tienen un régimen especial en la Seguridad Social, y necesitaban cotizar mucho menos que los demás trabajadores para lograr un subsidio en caso de desempleo durante mucho más tiempo que el resto.
Lo que ocurría es que en muchos puntos de Andalucía los jornaleros ni tan siquiera podían llegar a ese mínimo que creo recordar eran entonces 70 días, y ahí comenzó el primer fraude. Era muy fácil, se hacía un cálculo de cuanto se obtenía por subsidio en un año, se le pagaba al terrateniente lo correspondiente a los seguros sociales por esos setenta días, más una comisión, éste de daba de alta, al cabo del tiempo la baja, y a partir de ahí a cobrar... una mierda, que es lo que se cobraba y se cobra.
El terrateniente no tenía que gastar absolutamente nada (ni semillas, ni gasoil, ni alquiler de maquinaria, ni intereses en préstamos bancarios, ni almacenes, ni distribución... nada de nada) y ganaba un buen dinerillo, y encima quedaba bien en el pueblo.
Pero como ni por esas ni el trabajo real ni el fraudulento llegaba para todos, el PSOE ideó el PER. Se trataba en esta ocasión de que el Ayuntamiento -es decir, el acalde que, en la inmensa mayoría de los casos era socialista- era quien contrataba a la vecinos.
Por un lado la cosa estaba bien, el tema del terrateniente comisionista desaparecía, y además los pueblos andaluces comenzaron a cambiar de imagen, a ganar en infraestructuras. Aquella Andalucía rural desvencijada y abandonada fue mejorando su aspecto, se arreglaron plazas, colegios, caminos, se hicieron polideportivos, piscinas, parques, se puso alumbrado, se llevó agua potable a todas las casas... y además esto lo hacía la gente parada del pueblo, que lo podía alternar con los trabajos agrícolas, cotizando todo en el régimen agrario.
Lo malo de todo esto era el clientelismo político que generaba al ser el alcalde quien decidía quién trabajaba y cuanto tiempo, y quién no.
Es por eso que cuando Durán i Lleida habla del PER se equivoca de lado a lado. No se está en el PER y en el bar, ya que el PER es el trabajo, tras el cual, y si tienes suficiente cotización, puedes cobrar un subsidio miserable, de mierda. La limosna luego cada cual se la gasta en lo que quiera, en la taberna o en libros, porque desde luego para lo que no da es para vivir, ni bien ni mal.
El PER ya no existe -que esa es otra cosa que debía saber el diputado catalán ya que es tan listo- y hay otra cosa que es igual (con matices) que se llama Plan de Fomento de Empleo Agrario (PFEA) que resulta que tampoco es agrario (pero sirve para esas cotizaciones "agrarias"), y además también está en Extremadura, en Castilla La Mancha, en Castilla León, Murcia, Canarias... y en ¡los països catalans! Sííííí en Aragón y Comunidad Valenciana también!!!!!!!
Que el PFEA es motivo de fraude, pues sí, tal vez no legal, pero sí social. A día de hoy podemos recordar cómo una de las medidas que tomó quien fuera presidente de la Diputación José Añez, fue echar a trabajadores del PFEA que... eran del PP y llevaban encadenando un contrato tras otro años y años sin dar paso a otras personas. Es cierto que los trabajadores ganaron todos los juicios y que la institución palmó un pastizal por la decisión Añez, fruto de su venganza contra el que fuera su partido antes de crear el PAL, pero dejó en evidencia que era cierto que las mismas personas habían estado renovando contratos con cargo al PFEA años y años.
El PER fue imprescindible para que Andalucía echara a andar, pero luego todo se pervirtió, y surgió una nueva clases de caciques amparados en las urnas, unos caciques que como los otros, eran quienes decidían quién comía y quién no.
Es triste ver a qué extremo llega el corporativismo entre políticos, que Durán no arremetió en su discurso contra el PSOE que gobierna Andalucía, por tener el PER, sino contra los andaluces que se gastan el dinero en vino. Igual que cuando se arremetía contra los braceros que cometían el fraude pero no se decía nada de los terratenientes que se lo llevaban calentito sólo por echar sesenta firmas.
... y así fue que los andaluces, una vez que se levantaron... se volvieron a acostar. Ssssss... que no nos despierte nadie...
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