El consejero de Empleo de la Junta de Andalucía, Manuel Recio, demuestra en Twitter estar más interesado en si Javier Arenas repetirá como candidato a la presidencia del Gobierno por la circunscripción de Almería, que por responder a las continuas preguntas que siguen saliendo sobre los EREs falsos; pero no es de extrañar, su perfil tuitero deja en evidencia que tiene una memoria espantosa y una capacidad de análisis más bien pobre, así que es bastante comprensible su reacción.
Recio ponía de ejemplo el compromiso de Carme Chacón con Almería porque el sábado presenta su candidatura la secretaría general del PSOE en Olula del Río, pueblo en el que vio la luz su padre, mientras que Arenas sigue sin desvelar qué hará.
Ambos casos tiene un punto en común y otro de divergencia. El punto en común es que pesa la estrategia, y al igual que Arenas decidirá en función de donde su tirón electoral asegure unos mejores resultados para lograr su objetivo, Chacón busca hacer un guiño a Andalucía, ya que si al apoyo de los socialistas catalanes une el de los andaluces, tendrá fácil suceder a José Luis Rodríguez Zapatero en el PSOE.
La diferencia entre uno y otra es que Arenas lleva pateándose toda Andalucía desde que dejó de ser ministro y decidió recuperar poder en el PP-A para intentar por enésima vez desalojar al PSOE del Gobierno, y que ha estado en Almería todas las semanas desde entonces, y que conoce todos los pueblos, a sus alcaldes, a sus vecinos, sus problemas... Mientras, Chacón, sólo ha venido una vez a Almería (igual alguna otra que no encuentro por ningún sitio, pero no más) cuando aspiraba -sin decirlo- a ser la candidata a la presidencia del Gobierno y amagó sin dar, y ahora, cuando aspira oficialmente a ser secretaria general del PSOE.
A los cinco años de ingresar en el PSC ya era concejala, y al año siguiente diputada, cuatro años después vicepresidenta del Congreso, y tres años después ministra de Vivienda y a los nueve meses el salto a Defensa. Ascenso meteórico de la mano de su valedor, el ínclito Zapatero.
Chacón no pierde el tiempo, está claro, y se ha puesto manos a la obra. Ya lo intentó antes, cuando negoció con el secretario general del PSOE de Andalucía, José Antonio Griñán, que le respaldara para ser candidata en las elecciones generales, a cambio de que tras la más que previsible derrota, ella, con el PSC detrás, y con Zapatero y Felipe González (recordemos que se definición como "la niña de Felipe"), pasar a la secretaría general, y nombrarlo presidente del PSOE en sustitución de Manuel Chaves.
Al final no se dio esa circunstancia, pero ahora sí que la situación vuelve a poner las cosas donde hubieran estado... si no fuera por el incómodo Alfredo Pérez Rubalcaba.
El viejo socialista Joaquín Leguina (lo de viejo es por su militancia) ya ha dicho que sería una tragedia que Chacón liderara el PSOE. Y no sólo él. Son muchos dirigentes -ahora sencillamente militantes la mayoría- que comparten esa idea. La vacuidad de Chacón es sólo comparable a la efervescencia de los negocios de su marido Miguel Barroso, a quien se le ha caído laSexta y Público a la vez que el PSOE de Zapatero ha perdido poder.
Chacón tiene todo el derecho del mundo a sentirse más catalana que española, incluso a no sentirse nada española, incluso a sentirse más nacionalista que socialista, pero lo que no puede pretender -porque no es creíble- es que con esos antecedentes algún socialista de fuera de Cataluña le aplauda.
Quien más ganará electoralmente si esta mujer lidera el PSOE es otra mujer, Rosa Díez, donde acabará el voto de muchos socialistas que se sienten españoles sin complejos y nada nacionalistas. El crecimiento de UPyD así apunta ese trasvase de simpatías.
Quiero recordar unas palabras del secretario general del PSOE de Almería, José Luis Sánchez Teruel, quien preguntado sobre si Rubalcaba o Chacón, afirmó que eso no iba a hacer perder el tiempo a los socialistas de esta provincia. Probablemente, la mejor opción esté por venir. Desde luego que pasar de Carme a Carmela no puede ser un valor.
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