Gusta oírselo decir, es cierto, pero lo de la "tolerancia cero", por sobado, deja de causar el impacto que produjo la primera vez que lo oimos. Y es que se habla de "tolerancia cero" contra la corrupción urbanística, contra el maltrato a la mujer, contra la xenofobia, racismo, homofobia... "tolerancia cero" contra todo lo ilegal.
Reitera una y otra vez el delegado de Obras Públicas de la Junta de Andalucía Luis Caparrós que "tolerancia cero" contra el urbanismo especulador e ilegal, pero la pregunta a la que no responde es si es que hasta ese momento había tolerancia que no fuera cero.
Lo cierto es que ha debido existir tolerancia de algún tipo, del uno, del dos, del tres... ya que de lo contrario no se comprende que a estas alturas haya miles de viviendas ilegales en toda la provincia de Almería. Y obviamente, si ahora se pide "tolerancia cero" es el reconocimiento de que antes había algún nivel de tolerancia.
Es lo mismo que sucede con le maltrato a la mujer. Ahora se habla de "tolerancia cero", y no es un error, puesto que durante mucho tiempo ha existito tolerancia, unas veces con la cobertura legal (hablamos de muchos años atrás) y otras con la cobertura social que da un sentimiento machista aún no desterrado de nuestros genes sociales.
Con el maltrato a la mujer casi podríamos decir que existe ya la "tolerancia cero", y eso ha sido gracias a leyes hechas por políticos y potenciadas desde los medios de comunicación, que han ido transformando la sociedad, dándole la vuelta como a un calcetín, de tal modo que ya nadie -siempre hay alguna excepción- ve ni mínimamente tolerable ponerle la mano encima a una mujer si no es para acariciarla (con su consentimiento, of course).
Pero con estas corrupciones nuestras de cada día, lo de la tolerancia cero a lo más que nos lleva es a reconocer que antes, hasta hace nada, había tolerancia... y con la ilegalidad no se puede ser tolerante.
Lo que sí hay que reconocer -y en eso hay que agradecerle mucho a la Junta de Andalucía y al Gobierno central- es que esta oleada de detenciones de políticos y funcionarios, más allá de hacernos desconfiar de unos y otros, debería animarnos a todo lo contrario.
Decía Caparrós que ya no se construyen viviendas ilegales... confiemos en que sea así, y que al fin se haga cumplir la ley.
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