Aviso: Este artículo no trata de si me parece bien o mal el nacionalismo andaluz, de si tiene o no justificación histórica, política, económica o social, sólo habla de comportamientos acomplejados de quienes se postulan andalucistas.
El último esperpento del andalucismo ha tenido lugar en las elecciones de Cataluña, y es que pareciera que algunos necesitan el reconocimiento de los nacionalistas más radicales del norte para afianzar su propia ideología.
Los de la CUT-BAI de Juan Manuel Sánchez Gordillo, con Diego Cañamero al frente, acudieron a apoyar a la CUP, una organización que ha logrado tres escaños en el Parlament. Cuentan las crónicas que puso en pie a los asistentes al acto central de este partido que es nacionalista y de izquierdas, claramente partidario de la independencia de Cataluña.
Pues bien, la pregunta es porqué Cañamero y los suyos sólo se atreven a pedir la independencia de Cataluña y no piden la de Andalucía. Es posible que lo haya dicho en pequeños foros de los que no tengo noticia, pero desde luego no ha reclamado expresamente la independencia, y tampoco en sus discursos -algunos he escuchado desde que una mujer se desmayó junto a mi en la Plaza Nueva de Granada oyéndole subido en un banco- suele referirse a Andalucía como "este país" o "nuestra nación".
Sánchez Gordillo es otro que tal baila. Se tiene que ir al País Vasco para apoyar a proetarras para ser bendecido como nacionalista, pero en sus comparecencias públicas -las que tienen trascendencia mediática, no aquellas en las que habla para los convencidos- cuando habla de "país" se refiere al Estado español, y no se le ocurre pedir la independencia de Andalucía.
Hace unos días leía con interés la ponencia política del Partido Andalucista y me llamaba la atención que, si bien apariencia resultaban más contundentes en sus planteamientos, en el fondo no dejaban de mostrar un complejo extremo que hace dudar sobre sus principios.
El PA dedica palabras y palabras a explicar qué es el nacionalismo, su origen, su presente y su futuro, como intentando justificar que aún pueda seguir existiendo. Luego deja claro que para ellos sí existe una "nación andaluza", para acto seguido -insisto en el término- justificarlo más que explicarlo, y cuando se autodefine "nacionalista" o partidario de la "autodeterminación de los pueblos" le pasa lo mismo, lo primero es dejar claro que se puede serlo sin llegar al independentismo ni al segregacionismo. Es más argumenta que, puesto que lo reconocen como derecho para otros "pueblos", también han de reconocerlo para el andaluz, como si les costase trabajico.
Por estar razones -y no otras- es por lo que el nacionalismo andaluz no vuelve a arrancar entre el electorado. Lo hemos visto en las elecciones catalanas, quienes han hablado claro de su proyecto han mejorado resultados, por un lado los "españolistas" PP y Ciudadanos, y por otro ERC y CUP... CiU le echaba mucha parafernalia, pero no se bajaba del "derecho a decidir" y el PSC quería quedarse en tierra de todos, que al final ha sido tierra de nadie.
Si el nacionalismo quiere ser algo relevante en la política de Andalucía debe ser claro en su mensaje, decir qué quiere y por qué, hablar con propiedad, dejarse de ambigüedades, de pedir perdón, de decir allí arriba lo que no se atreven a decir aquí abajo, deben dejar de buscar el reconocimiento de quienes siempre nos mirarán a los andaluces como una especie de castellanos de segunda.
Además, el nacionalismo andaluz no puede partir de los estereotipos de los nacionalistas del norte, sencillamente porque son radicalmente incompatibles. Si reconoces la existencia de una nación catalana o vasca... o castellana, es porque tú como andaluz, tienes otra historia, otro recorrido vital que ha hecho de ti lo que eres.
Colocarle una estrella roja a la bandera de Andalucía -la más antigua de Occidente y que ondeó por primera vez en la Alcazaba de Almería- es una espantosa imitación de lo que hacen otros, y parece más una cuestión folclórica que política.
Y en medio de todo ese panorama, sigue reluciendo con derecho propio la coherencia de Liberación Andaluza. Coherentes con la esencia que define la nación andaluza que defienden. Coherentes a la hora de proponer un proyecto político radicalmente diferente a las organizaciones nacionalistas que sueñan con carreras ante la policía y barricadas de coches en llamas, con pañuelos palestinos cubriendo medio rostro mientras gritan consignas que valen lo mismo en un sitio que en otro.
Se podrán compartir o no sus postulados, pero nadie puede negarles el patrimonio de la coherencia y el compromiso con ellos, sin buscar nunca que otros les reconozca nada ni a ellos ni a Andalucía. Pocos, sí, pero sin complejos.
Colocarle una estrella roja a la bandera de Andalucía -la más antigua de Occidente y que ondeó por primera vez en la Alcazaba de Almería- es una espantosa imitación de lo que hacen otros, y parece más una cuestión folclórica que política.
Y en medio de todo ese panorama, sigue reluciendo con derecho propio la coherencia de Liberación Andaluza. Coherentes con la esencia que define la nación andaluza que defienden. Coherentes a la hora de proponer un proyecto político radicalmente diferente a las organizaciones nacionalistas que sueñan con carreras ante la policía y barricadas de coches en llamas, con pañuelos palestinos cubriendo medio rostro mientras gritan consignas que valen lo mismo en un sitio que en otro.
Se podrán compartir o no sus postulados, pero nadie puede negarles el patrimonio de la coherencia y el compromiso con ellos, sin buscar nunca que otros les reconozca nada ni a ellos ni a Andalucía. Pocos, sí, pero sin complejos.
1 comentario:
Bien argumentado. Felicitaciones por el artículo. Gordillo juega a la ambiguedad de hoy soy nacionalista andaluz, otro dia voy de republicano español.
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