Recuerdo aquella rueda de prensa a la que asistí en el Hospital de Poniente de El Ejido hace ya muchos años, y en la que se nos daba a conocer al nuevo director, un tal Manuel Recio que iba derramando eses a cada palabra, impostando la voz y mirando por encima del hombro a los periodistas, tal vez por ser más alto que la mayoría de los que allí estábamos.
Recuerdo aquello porque me impresionó cuando habló de "nuestros clientes", y le pregunté que si se refería a los pacientes, y respondió que "sí, claro". Recio justificó que este hospital fuera una empresa pública de la Junta de Andalucía, y no un hospital más del Servicio Andaluz de Salud (SAS) porque era conveniente introducir parámetros de gestión privada en los servicios públicos para mejorar su eficacia. Ahí es donde encajaba lo de "clientes", había que tratar a los "pacientes" como "clientes", es decir, como "aquel paga, como ocurre en la medicina privada".
Más allá de lo que cada cual pueda pensar sobre la sanidad pública y su gestión, lo que parece obvio es que quien ha defendido la creación de empresas públicas, quien ha defendido que se apliquen criterios de empresa privada a los servicios públicos incluso si son sanitarios, no parece el más adecuado para criticar que otros apliquen esos principios. Quien ha llamado "clientes" a los "pacientes" no puede andar defendiendo ahora que llamar "clientes" a los "pacientes" es poco menos que un menosprecio a su dignidad.
Pero bueno, también va ahora cuestionando a quienes ganan más que el presidente de la Junta de Andalucía cuando él mismo lo ha estado haciendo hasta que por una ley del Gobierno de Rajoy ha tenido que elegir entre cobrar la nómina de parlamentario o la cesantía de ex consejero, pero no las dos a la vez como venía haciendo.
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