El ejemplo de Holcim

Sin conocer a fondo todas las claves del acuerdo alcanzado entre los trabajadores de Holcim y la dirección de la empresa, es como para enmarcarlo, luego envolverlo cuidadosamente y enviarlo por mensajería urgente a La Moncloa y la Casa Rosa (que ya le vale el nombrecito....).
La relevancia del hecho consiste en que los trabajadores han aceptado trabajar más sin pedir más salario, a cambio de que la empresa no presente un Expediente de Regulación de Empleo.
En definitiva, se trata de hacer más productiva la empresa en un momento de crisis. Parece lógico entender que la empresa reducirá considerablemente sus márgenes de beneficio, o que quizá incluso durante un periodo no exista más beneficio que el no desaparecer el mercado. Los trabajadores logran algo tan sencillo como no irse al paro ni mucho ni poco tiempo, seguirán activos, y cobrando más que de lo que sería el subsidio de desempleo, ya sea por un despido improcedente o ya sea mediante un ERE rotatorio.
En un Estado como el español, donde la productividad está por los suelos, este acuerdo entre trabajadores y empresa debería ser la norma, no la excepción.
Y es que ya está bien de considerar que la política social es aquella que reparte subsidios, ayudas y subvenciones. La política social es aquella que genera empleo real, aquella que permite crear empresas, y que las empresas contraten trabajadores, y que todos ganen dinero... y de ahí... a la creación de confianza en el futuro.
Lo patético es ver unos sindicatos preocupados únicamente por los trabajadores, y que se olvidan inmediatamente de quienes acaban saliendo del mercado laboral. No es admisible que en una situación como la actual, los sindicatos presionen para que suban el sueldo a los funcionarios que son los únicos que tienen el trabajo asegurado en unos tiempos de inestabilidad, unos sindicatos que presionan para que suban los salarios en los convenios colectivos aunque eso pueda significar que se cierren empresas, como ocurre también con las indemnizaciones por despido...y callan ante el atraco a las pensiones, o el abandono de actividad de los autónomos...
Sucede que los sindicalistas profesionales necesitan el conflicto para existir, y por eso, cuando hay acuerdos, pues sorprende, y es de agraceder a todos. 
Y esto, a pesar de reconocer el gran papel que juegan los sindicatos, y a su importante labor en las mejorar de los trabajadores. Pero es que en esta coyuntura no están dando la talla, como lo demuestra el escaso respaldo social que tienen en unos momentos en que debían estar liderando a la clase obrera de un modo en que los partidos políticos -por razones obvias- no pueden hacerlo.
 

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