El caso abierto de Teresa Esquivias


Jesús Caicedo López es un almeriense que se quedó viudo hace un año como consecuencia de un atentado terrorista perpetrado por Al Qaeda contra la embajada española ubicada en Bagdad en la que trabajaba su esposa, Teresa Esquivias.
Es verdad que desde la absoluta frialdad se podría decir que esos son los riesgos de misiones tan especiales en zonas de conflicto... bueno, de guerra para ser más exactos. Pero igual que quienes acuden a esos destinos de modo voluntario o por obligación asumen unos riesgos, también es verdad que los asumen con la premisa de que su gobierno les dará cobertura en cualquier situación.
Cuando en Noticias de Almería publicamos el primero de los por ahora cuatro capítulos de esta historia, ya se encendieron las primeras alarmas, con el segundo la cosa fue a peor, con el tercero dio vergüenza ajena, y el cuarto es sólo un punto y seguido.
El primero hablaba de cómo el Gobierno de Zapatero había intentado ocultar un atentado contra al embajada española en Irak en el que murió Esquivias, intentado que se interpretara como un ataque contra la alemana cuando todos los indicios apuntaban a que el objetivo era nuestra delegación. Ahí comenzaban a aparecer una serie de interrogantes que el diputado por Almería Rafael Hernando, del Partido Popular hizo llegar al Gobierno, sin que hasta el momento y que tengamos constancia, haya habido respuesta.
En el segundo capítulo hablamos con el viudo de la funcionaria, un almeriense que tuvo una intensa actividad tanto laboral como política (en la UCD) en esta tierra pero que hoy reside en Madrid. Su relato es mucho más escalofriante de lo que se puede reflejar en una información periodística, sobre todo por los detalles personales que aportaba de cómo vivió aquellos momentos de incertidumbre iniciales sobre el estado de su esposa, sobre los días posteriores en que ella va empeorando sin que le hagan ni puto caso, sobre como luego es trasladada a una base norteamericana en Alemania en vez de mandarla a España cuando ya estaba en muerte cerebral... insisto, escuchar el relato del espectáculo sobrecogedor de cómo era aquel siniestro lugar espeluzna.
En el tercero dábamos a conocer que en el homenaje a las víctimas del terrorismo que se tributó en el Congreso, a esta familia no se le invitó. Tal vez fuera por no pertenecer a ninguna asociación, pero el hecho es que no es un homenaje a las asociaciones si no a las víctimas, y Teresa Esquivias y su familia lo son, y como tales fueron reconocidas por el Gobierno oficialmente, hasta el punto de que les entregó la correspondiente indemnización.
En el cuarto tenemos la denuncia presentada ante la Audiencia Nacional en el que se relatan los hechos y se buscan responsabilidades que, más allá de la cuestión económica, tienen que ver con la depuración de culpabilidades en un hecho que nunca debió acabar como lo hizo.
Y es que a estas alturas sorprende que una persona enferma fuera destinada a una misión de riesgo a pesar de que el Ministerio conocía su estado, pero también sorprende que a estas alturas y un año después de su muerte no se hayan abierto diligencias judiciales de oficio por el atentado terrorista como es de ley. Sorprende que las dos personas que tuvieron una implicación más directa en el devenir de los acontecimientos, hayan sido premiadas o al menos alejadas de Irak a destinos más tranquilos. Sorprende que el Estado español acate sin rechistas decisiones sobre su personal de embajada tomadas por militantes norteamericanos... y sorprenden muchas más cosas cuanto uno lee todas estas noticias que hemos venido publicado, y llama poderosamente la atención que ante un asunto de este calado el Partido Popular como principal fuerza de oposición mantenga un silencio inaudito, o que Izquierda Unida no tome cartas en el asunto.
Todo lo que rodea esta caso huele, y no es a rosas. Lean lo publicado; no les dejará indiferentes.

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