Saldrán en estos días loas impagables (entiéndase sólo como una expresión meramente retórica) sobre el congreso extraordinario del PSOE de Almería en el que José Luis Sánchez Teruel ha sido elegido secretario general, pero ese será sólo el inicio de la desconexión con la realidad que acabará profundizando en ese divorcio que protagonizó quien ya es el pasado, Martín Soler.
Esas loas no serán ya por el ejercicio democrático más que notable del que han hecho gala, y que pese a las presiones internas y externas, es un ejemplo muy digno de cómo deberían funcionar los partidos políticos.
Las loas vendrán probablemente a ensalzar la resplandeciente figura de JLST, ese hombre que viene con la bendición divina para marcar el camino que llevara al PSOE a las más altas glorias del parnaso electoral. JLST será desde el domingo, más alto, más guapo, más simpático, más inteligente... incluso todo esto ya se le notaba el sábado por la tarde.
Pero lo cierto es que el resultado ha sido pobre. Muy pobre. Engañarse con que las crisis del PSOE se ha cerrado, que empieza una nueva era porque al fin hay un nuevo Mesías, sólo demostrará ante los ciudadanos que los socialistas están desesperados y se agarran a un clavo ardiendo.
De los 300 delegados convocados acudieron 287, se quedaron a votar 207, el 15% no votó la lista del secretario general, por lo que la respaldaron 176, de los que 30 eran miembros de la candidatura, por lo que el “voto desinteresado” fue de unos 150... es decir, la mitad de los delegados no dio su visto bueno a la nueva Ejecutiva provincial, y eso se llama tener un problema.
Se podrá discutir ese análisis numérico (no hemos entrado en todos esos movimientos previos de inducción a la militancia en la elección de delegados, que eso sería extenso... incluyendo amenazas de que la Junta no le va a dar cosas a tal o cual pueblo si no sale tal o cual lista que apoya a tal o cual candidato) y hasta que haya bailado algún número, pero si no es el 50%, será el 40%, y ese 10% no reduce la gravedad del problema.
Otro dato a tener en cuenta es que JLST logró el 75% de los votos de los delegados para ser secretario general frente a un Juan Antonio Segura Vizcaíno que se quedó en el 25%, y eso que no es precisamente el dirigente socialista más amado por sus compañeros, y que en su presentación como candidato a candidato no logró juntar ni a una docena militantes de relieve (dos imputados, un condenado, un habitual de las comidas con otros imputados...).
No podemos decir qué hubiera ocurrido si Luis Caparrós hubiera presentado sus avales, desconocemos si hubieran sido suficientes (decía tener 71, pero al validarlos hubieran podido dejarle fuera o no, no lo sabremos), pero sí que de ninguna manera JLST hubiera conseguido más votos.
Dicho de otro modo, no sería extraño pensar que parte de los votos de JLST se deban a que no querían que JASV pudiera tener posibilidades de tener fuerza (la victoria siempre se ha antojado imviable) en la renovada Ejecutiva, y ante la retirada de la tercera opción.
Pero vayamos a más, JLST venía respaldado por el mismísimo secretario general José Antonio Griñán, y hasta el prudente Antonio Bonilla rompió la neutralidad de la gestora para apuntar su nombre como “el candidato” más idóneo y así darle un empujón. A su servicio se ha puesto el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía, como podremos ver en los próximos días con los nombramientos de los delegados cuyos puestos quedaron vacantes tras las elecciones municipales, y otros nombramientos de segundo nivel pero a los que estaremos atentos para recordar que “ese” o “esa” al que se pone de tal o cual cosa es miembro de la nueva ejecutiva socialista.
Esta Ejecutiva y su secretario general tienen fecha de caducidad en el próximo congreso ordinario, para el que resta un año más o menos (más menos que más), y se antoja titánico lograr que supere ese examen... y con unas elecciones generales y autonómicas en sus aledaños.
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