El viernes por la mañana escribí en Facebook "La noticia hoy es que ¡llueve!". Ignoraba hasta qué punto iba a ser así, porque lo cierto es que a esas horas escuchaba ACL Radio, y los compañeros hacían un exhaustivo recorrido por toda la provincia, y hablaran con quien hablaran todo eran parabienes, todos contentos y felices de que "como agua de mayo" la bendición cayera en esta Almería reseca.
Desde la rueda de prensa en la Plaza Vieja que daba el concejal Carlos Sánchez con los asuntos más destacados de la Junta de Gobierno, hasta la Diputación donde se celebraba un pleno -del que iba siguiendo con auriculares la retransmisión en directo- no llovía, y el cielo sugería que ya se habían acabado las alegrías.
Una vez en la sala de plenos y mientras se debatía el polémico convenio urbanístico que permitirá construir una nueva residencia asistida y un edificio de centralización administrativa, el presidente Gabriel Amat comentó que se estaban produciendo problemas por culpa de las lluvias en el Levante. En ese momento el diputado Miguel Ángel Castellón salió con el móvil en la oreja... y yo también salí a ver si me enteraba de qué estaba ocurriendo.
A partir de ese momento es como si todo se precipitara. Los datos suministrados por el servicio de coordinación de emergencias 112 se sucedían, alerta naranja, luego roja, cortes de carretera, avisos preocupantes. Al final se superarían el millar de incidencias en su caso, mientras el 062 indicaba que había tenido nueve llamadas por minuto. Impresionante.
Los dispositivos de Protección Civil de la Diputación se pusieron en marcha, Castellón fue el primero en irse a la zona más conflictiva, colgando en Facebook una de las primeras imágenes que más impresionaban y que sirvió de foto de portada durante buena parte del día en Noticias de Almería. El río Antas había partido en dos una carretera y sólo se veía la parte de arriba de un par de señales de tráfico; 24 horas después, volvimos a colgar la imagen del mismo lugar ya sin agua, sólo una lengua de asfalto que no llegaba al otro lado.
Precisamente esa segunda fotografía estaba tomada desde el mismo sitio en que en ese momento estaban ya el presidente de la Diputación, el vicepresidente Javier Aureliano, los diputados Juanjo Matarí y Rafael Hernando, y la alcaldesa de Antas, Isabel Belmonte.
Por otro lado de la provincia, por Pulpí, hablaba con José Amat, otro diputado provincial que junto a dos compañeros más recorrían la "desolación" que había dejado la gota fría en aquel lugar. Me confesaba que se le saltaron las lágrimas al ver el espectáculo dantesco de coches enterrados en lodo, de una fábrica de pan cubierta de barro. No paraba de decirme "no te puedes hacer una idea".
Jesús Caicedo, alcalde de Cuevas, lamentaba la tragedia de los dos muertos que se habían producido en su municipio, y me decía la "mala suerte" que suponía este hecho teniendo en cuenta que los daños en general no habían sido tan cuantiosos como en otros municipios de la comarca. Habían estado horas buscando a la pareja, y recuerda cuando llegaron a la rambla y la Guardia Civil confirmaba que los desaparecidos estaban dentro de la furgoneta encontrada. Dos días de luto oficial.
Castellón por otro lado me hablaba de "si te digo 300 coches con las ruedas para arriba igual me quedo corto". Eso era una foto de la tragedia por las calles.
María del Mar y Mariano (la última vez que hablamos eran las diez y media de la noche, y estaba en carretera), dos de los compañeros del gabinete de prensa de la Diputación, también estuvieron allí, y sus comentarios por teléfono eran igualmente asombro ante lo que estaban viendo. Como se suele decir, "no daban crédito". Puentes partidos, muros tumbados, vehículos amontonados, árboles arrancados, sótanos rebosantes de barro y casas ahogadas, eran sólo algunas de las escenas descriptivas de lo que el agua había dejado a su paso por Pueblo Laguna, Puerto Rey y otros puntos de la geografía embarrada del Almanzora.
Rescates en helicóptero por parte de la Guardia Civil que han servido también de ilustración el domingo en Noticias de Almería, como el día anterior publicamos otra de un agente trasladando sobre sus espaldas a una anciana por medio de una calle convertida en río. Luego se sumarían 70 legionarios el sábado por la tarde, pero a esas horas ya se habían rescatado a 80 personas también helicóptero -uno de ellos moriría de infarto en ese trance- y a otras 200 en autobús, Cruz Roja los atendió en un polideportivo, e incluso habían podido regresar a lo que quedaba de sus casas en Vera. Y una británica de 53 años y trabajadora de un hotel de la localidad permanecía desaparecida, temiéndose lo peor, ya que la única pista era que alguien la había visto agarrada a una farola, resistiéndose a la fuerza de la corriente.
Se anunció la visita de la ministra de Fomento, Ana Pastor, pero al final quien vino resultó ser la de Empleo Fátima Báñez, que ya había estado viendo la situación de Málaga. También quedó sobrecogida por la realidad que presenciaba y que le contaban los vecinos, a quienes intentó dar ánimos prometiendo ayudas del Gobierno central, mientras a su vez el presidente Mariano Rajoy hacía lo propio de los socios europeos.
Pero si hay algo criticable en todo esto es que, a pesar de que al menos por ahora no se conocen conflictos por descoordinación entre administraciones, la comitiva del Gobierno central y la del Gobierno autonómico ni se cruzaron, ni se encontraron, ni se vieron, ni se hablaron. Una del PP, la otra del PSOE. Habría sido tan reconfortante una foto de la ministra y el presidente José Antonio Griñán juntos ante la tragedia.
Recomponer todas estas infraestructuras nos costará un dinero que no tenemos, como recuperar los negocios -bares, restaurante, panaderías, tiendas, gasolineras, invernaderos, plantaciones, naranjos, almendros...- les costará lo que no tienen a sus propietarios... y ya veremos cuando y de qué manera les llegan esas ayudas que hoy todas las administraciones les prometen. ¿Hablamos del terremoto de Lorca y el dinero que les iba a llegar para reconstruir la ciudad? Pues eso.
Y habrá que ver qué ha pasado con las ramblas, quien permitió construir en ellas, quién permitió construir en zonas inundables, quien no limpió los cauces ni despejó los ojos de los puentes por los que debía correr el agua... eso exige responsabilidades. Nos va a costar el dinero a todos, y a algunos hasta les ha costado la vida.
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