No conocía aquella Almería empolvada en rojo por el mineral de hierro que llegaba en sucios trenes desde el Marquesado del Zenete hasta el Puerto para ser embarcado. Es por eso que no encuentro demasiado sentido a oponerse a que aquellos tiempos vuelvan alegando el recuerdo del pasado. Hay motivos suficientes para no quererlo sin tener que recurrir a la memoria.
Del mismo modo, tampoco comparto el argumento de que si las Minas de Alquife se reabren, será allí donde se genere empleo y riqueza, mientras que aquí veremos pasar los vagones sin dejar nada bueno a su paso. Quienes utilizan esa idea deberían replanteársela, ya que habría de entenderse entonces que si en vez de estar en la provincia de Granada, estuviera en la nuestra, entonces sí deberíamos aceptar esta forma de crear puestos de trabajo. Pues no.
No, el futuro económico de Almería sólo tiene un camino, y es el turismo, con el apoyo de los otros dos ya conocidos, el de la agricultura y el del mármol.
Con la actual situación de crisis económica y política de la Unión Europea y la apertura a Marruecos de todos nuestros mercados, o dicho de otro modo, con unas subvenciones y ayudas cada vez menores y una mayor competencia interna, la agricultura está muy tocada y lo estará más aún. Y del mármol pueden decirse cosas similares.
Almería no puede ser una ciudad cruzada de modo casi permanente por trenes de mineral, ya sea en superficie o de modo subterráneo -en cualquier caso acaba aflorando en algún lugar-, un puerto sometido a las inconveniencias de una actividad que repercutirá negativamente en lo que debería potenciar, que es el crucerismo. Tenemos una capital que se ve en una mañana, la Sierra Nevada a un paso, y la Alhambra también, además de Cabo de Gata... si no vienen más cruceros es obviamente porque quien tiene que vender el puerto como lugar excepcional para ellos no lo hace.
Pero no es sólo el cómo una sola actividad condicionaría la totalidad del puerto, es que no podemos tener turistas que anden saltando entre vías y pasos a nivel, que no puedan descansar por los ruidos, que se asomen a la ventana del hotel y vez de ver el mar vean una playa de hierros sobre la que circula un ferrocarril oxidado.
Oponerse al tren del mineral no es oponerse al progreso, es justo lo contrario. Lamentablemente si algo falta en la provincia de Almería son políticos valientes que sean capaces de plantarse.
El PP ha sido el único partido político que ha dicho no de un modo claro y rotundo -aunque luego haya matizado un poco- y con él se han posicionado los colectivos sociales, y mientras tanto, desde IU y desde el PSOE -cogobernantes en la Junta de Andalucía- han querido lavar y guardar la ropa -como algunos medios de comunicación- limitándose a lanzar insidias y echar balones fuera sin decir ni sí ni no... por lo que puedan mandar.
Decir que se está de acuerdo "si se cumple la ley" o si acata la "normativa medioambiental" es baladí. Es de cajón que el proyecto tendrá que cumplir la legislación, se haga en Almería, en Carboneras o en Motril, por lo que es como no decir nada.
El progreso de Almería debe ir por otro camino, y este tren debemos dejarlo pasar sin subirnos a él.
1 comentario:
Este asunto se ha politizado demasiado, y todo el mundo opina sin tener ni idea del asunto. Se opina sobre empleo sin tener ni idea del número de empleos que habría en Almería. Se habla de polvo sin saber que el transporte se hace en vagones tolvas herméticos. Se habla de ruidos sin saber que hoy día las vías están soldadas y la tracción es eléctrica. Se habla de un nuevo toblerone, cuando no sería necesario tan grande en el muelle de Pechina. Demasiados exabruptos para ser a causa de intereses ocultos. Lo ciero es el gran pelotazo urbanístico que supone para los propietarios del solar del antiguo Toblerone, que pasa de ser periférico a ser céntrico, habiéndose comprado a precio de saldo a la Compañía Andaluza de MInas.
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