Aprovechando que nuestros ilustres parlamentarios aún tienen por delante un mes de vacaciones a cuenta de la celebración de la Navidad, me voy a atrever a sugerirles la lectura de un libro que retrata perfectamente qué es la política hoy día, y su título es Conspiración.
No, no se trata de una intrigante historia en las altas esferas del poder norteamericano, no sale la CIA ni la NSA... no aparecen smartphones ni hay email comprometedores... y aunque esté escrita por Robert Harris relata la última etapa de Cicerón contada por su secretario Tiro.
Como la intención no es destripar la novela pero sí animar a que la lean con más interés que el que debieron prestar cuando traducían sus discursos en clases de Latín, sólo apuntaré algunas ideas o frases que denotan lo aventajados que son algunos en el camino del cesarismo.
Frente a un proyecto de Ley que presenta el entorno de César y los populistas (la izquierda, para entendernos) de repartir entre los pobres las tierras públicas, Cicerón comenta "Lo que pretenden es repartir terreno público, terreno que no les va a costar nada, para crearse un ejército de incondicionales tan grande que los mantendrá en el poder para siempre". ¿Les suena eso de algo? ¿no es eso el fondo de las subvenciones con las que se han regado durante tantos años a tantas y tantas organizaciones?
Añade también en referencia a esto mismo que "cultivar la tierra requiere habilidad y es un trabajo durísimo. ¡Me gustaría ver a los rufianes que estaban delante de la casa de César trabajando la tierra de sol a sol! Si debemos confiar en que ellos nos proporcionen alimentos, dentro de un año habremos muerto de inanición". ¿Y esto creen que es aplicable a alguien en la actualidad? ¿alguien recuerda haber visto a un líder sindical trabajar en su oficio? ¿les han visto en el paro? ¿han visto a alguno de esos políticos que nos animan a "emprender", montar una empresa y jugarse su propio dinero?
Seguro que frases como "mientras ocupe este cargo seré el cónsul del pueblo" a alguien le suena como frase muy repetida, o la que dice un aspirante a tribuno "me propongo ser un político totalmente diferente a lo que ha habido hasta el momento. Me propongo someter por primera vez los asuntos públicos al rigor de una filosofía coherente, ajustada en cada caso"...
Se cuenta que "Cicerón no fue el primer político -y estoy convencido de que tampoco fue el último- en ambicionar una vivienda que estaba por encima de sus posibilidades" y cómo llegado el caso está dispuesto a todo por lograrlo porque es consciente de que como no va a ser reelegido por no ser su turno, pues ya le da igual lo que los votantes puedan pensar de él o de dónde ha sacado el dinero.
"El político triunfador sabe distanciarse de los insultos y reveses de la vida pública, como si le ocurrieran a otra persona" escribe Tiro poniendo de ejemplo a Cicerón. ¿Caen en la cuenta de cómo los políticos que pasan del gobierno a la oposición o viceversa mudan no sólo la piel si no también la memoria?
Y por último, y con la esperanza de animar a su lectura, transcribo el siguiente párrafo que César le dice a Cicerón: "Hace un año, cuando iba camino de Hispania, tuve que cruzar unas montañas y me adelanté con un grupo de mis soldados para explorar el camino. Llegamos a una pequeña aldea. Estaba lloviendo, y era el lugar más miserable que puedas imaginar. Allí no vivía casi nadie. Entonces, uno de mis oficiales me dijo en broma "Seguro que también aquí hay gente que hace lo posible por ocupar un puesto de poder y que solo provoca rivalidades por ser el primero" ¿Sabes qué le contesté? "En lo que a mi se refiere, preferiría ser el hombre más poderoso de este lugar, que ser el segundo más poderoso de Roma". ¿No es eso en el fondo lo que pasa por ejemplo con Mas en Cataluña? ¿no es también lo que le pasa a Susana Díaz, cuando prefiere ser la número uno de un PSOE maltrecho y en la oposición, que la número dos de ese mismo partido por estar dedicada a sacar a Andalucía del agujero? ¿o no sería el caso de un Zoido que prefiere ser el uno de Sevilla a ser el dos -en voto electoral- de Andalucía?
No, de la conspiración que habla la novela no les he contado nada. Sepan sólo que comienza con un crimen atroz en el que la víctima es un esclavo adolescente sacrificado de modo ritual, eviscerado y posteriormente quemado, y que una docena de senadores de Roma están en ello, pues no es más que el modo en que se conjuran para lograr su objetivo. Léanlo, y seguro que encuentran muchas más semejanzas con nuestra actual época política, donde tantas cosas se hacen en defensa de la República, que acaba siendo sacrificada bajo el argumento de su propia regeneración.
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