Era lunes y cuando llegué a la Redacción la compañera que hacía la información de sucesos me mostró una nota recién llegada por el fax muy peculiar en su contenido. Contaba que una persona había llegado muy alterada pidiendo ayuda al cuartel de la Guardia Civil de Roquetas y... había muerto.
Era el inicio del caso Galdeano que acabó en los tribunales y que prácticamente no tuvo consecuencias penales para los implicados. Ahora, con la muerte del joven Max me ha venido a la cabeza aquello.
La muerte de una persona es un asunto muy serio. Es demasiado serio como para que quede impune quien sea criminalmente responsable de una, pero también en el sentido contrario, no se puede dejar que la opacidad y la duda sobre unos hechos manchen el honor y la reputación de un Cuerpo o de unos agentes concretos. Por eso es imprescindible saber qué ocurrió.
Según la versión oficial, este chico paseaba por la zona del Zapillo una noche, y una patrulla de la Policía Nacional se le aproximó al parecer con la intención de identificarle, y él, que tenía pendiente una orden de expulsión, salió huyendo.
Seguramente no era la primera vez que se cruzaba con policías ya que llevaba años en Almería, por lo que debía saber que lo mejor es intentar pasar desapercibido, cambiar de acera, meterse en la primera calle, en el primer portal... cualquier cosa antes que salir corriendo.
Pero bueno, corrió, y lo hizo hacia el mar, hacia la playa, donde era más facilmente visible, en vez de meterse entre callejones buscando algo en qué ocultarse, como un contenedor u otra cosa.
Aún así, tuvo tiempo de quitarse la ropa antes de meterse en mar. Es cierto que con ella pesaría demasiado para nadar, pero pararse a desprenderse de ella cuando uno intenta no ser cogido, se comprende poco.
Tampoco tiene una explicación clara que -al parecer- sus pulmones no tenga agua, es decir, que no se ahogó si no que se asfixió. Qué motivo la muerte de esa forma tampoco está aclarado y es fundamental. Y es que este joven era pescador, sabía nadar, y además, tampoco tenía que hacer un gran esfuerzo -más allá de superar la gélida temperatura marina- ya que buscaba despistar a los agentes no cruzar el Mediterráneo, e incluso mantenerse a cierta distancia de la orilla quizá hubiera bastado.
Su cuerpo fue encontrado doce días después en la misma zona en que desapareció, como si las corrientes no existieran, o fueran de ida y vuelta... se lo llevaron y lo trajeron al mismo lugar dos semanas más tarde. Sorprende que en cuanto se metió en el agua se activara todo un protocolo para localizarlo por tierra, mar y aire, y nadie le viera, lo que tiene sentido si había salido del agua por otro sitio por ejemplo, pero no si está sólo en una zona localizada y tan concreta que luego su cuerpo apareció allí mismo.
Ese hecho es tan curioso como que su cadáver no presentaba -cuentan quienes le vieron- los daños de quien flota a merced de las inclemencias ese tiempo, y no entraremos en cuales serían esos signos por escabrosos.
Son detalles, indicios, de que no nos han contado bien qué ocurrió. Insisto en lo dicho al inicio: una vida es algo demasiado importante como para que si hay culpables directos de su muerte sean encontrados, si se ha sido un accidente fruto de la presión psicológica por ser un "sin-papeles" algo habrá que hacer para cosas así no sucedan, y si todo tiene una explicación razonable, se haga pública para evitar que estas preguntas queden sin respuesta y por tanto ensombrezcan la labor personal y colectiva de quienes a diario se juegan la vida protegiendo las de los demás.
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