El PSOE tiene miedo a los andaluces


No creo que la dimisión de Llamadmepepe tenga nada que ver con que la instrucción judicial de los ERE fraudulentos se esté acercando a él. En el Partido Popular mantienen constante la presión sobre este asunto que ya les dio los réditos electorales oportunos, pero que ni les va a dar un voto más ni se lo va a quitar al PSOE.
Pepegriñán no huye de los ERE, por que precisamente seguir en el cargo le supone un cierto blindaje, ya que la juez Alaya no puede llegar hasta él sin abandonar el caso al tratarse de un aforado. Y caso de que opte por convertirse en senador por designación autonómica -adiós Fuensanta, adiós- volvería a estar aforado, el asunto de tocarle, iría al Supremo en vez de al TSJA, y el suplicatorio sería en Senado en vez de en la Cámara andaluza. Se equivoca el PP.
Más bien se trata de una estrategia para mantenerse agarrados a lo que les queda de poder, agarrados a lo que les queda de la Junta de Andalucía y armarse para tiempos mejores. No es la primera vez que lo hacen, ni será la última. Seguro.
El PSOE nunca creyó en Andalucía, y la historia reciente es un ejemplo palmario que tiene su reflejo en la propia organización política que -por ejemplo- se negó a reconocer los fundamentos del andalucismo en su ideario como proponían algunos sectores, y de hecho el propio Alfonso Guerra -ejemplo de lo peor de la política: desde coger un avión para evitar un atasco y llegar a los toros tras pasar el día con su amante, o ponerle un despacho a su hermano por ser su hermano en una institución pública en la que no tenía ni cargo, y cómo no, posicionarse contra el estatuto catalán y luego votarlo a favor, o llamar a Blas Infante “la momia” y nuestra bandera “el trapo”- así lo refleja en su por ahora último libro de memorias.
Hay que remontarse a cuando el presidente socialista Rafael Escuredo se enfrentó al PSOE en defensa de la autonomía de Andalucía. Los andaluces, con su importante apoyo como presidente de la Junta, habíamos roto el esquema de Estado que se habían montado los partidos centralistas y los nacionalistas del norte, así que laminaron a Escuredo... por si acaso. Miedo a unos andaluces en pie.
Luego nos pusieron a José Rodríguez de la Borbolla, a quien el propio aparato guerrista desprestigiaba llamándole “Pepe el de la botella”, desde el mismo momento en que se creyó el cargo y empezó a actuar como presidente de la Junta de Andalucía y secretario general del PSOE-A.
Y hubo que quitarlo también, poner a otro más dócil, a uno que no quería serlo, a uno a quien se llamó “el candidato a palos”, el ceutí Manuel Chaves, a la sazón ministro de Trabajo (el del paro desbocado).
Chaves ha mantenido Andalucía sometida permanentemente a los intereses del PSOE, y así transcurrió la época de los “tres tenores”, ejerciendo no de presidentes de sus comunidades si no de oposición a José María Aznar.
Como lo de la corrupción y el nepotismo a Chaves siempre le ha dado igual, estoy convencido de que no fueron los ERE ni nada parecido lo que le llevo de nuevo a Madrid -de donde nunca debió bajar- si no el temor a una pérdida de las elecciones. Bastante mal lo pasó cuando la “pinza” como para perder “de verdad”.
La maniobra fue buena. Él se va a Madrid de vicepresidente, y en vez de convocar elecciones, deja un sustituto, un heredero a título de presidente. Así no hay elecciones, así él no pierde las elecciones como aventuraban todas las encuestas.
Griñán, va y se lo cree. Va y se cree que él va a renovar el partido, que va a ser capaz de liderar a los andaluces, que con él la decencia, la honestidad y la valía profesional primarían... y bueno, que tras él Andalucía entera.
Griñán ha ido perdiendo sistemáticamente una tras otra cada convocatoria electoral en Andalucía, las municipales, generales, europeas... y sí, las autonómicas... por primera vez con él, el PSOE se convierte en segunda fuerza política. Perdió. Otra vez. Por perder perdió hasta cuando apoyó a Carme Chacón, que ya es perder hasta en casa.
No pasa nada. Ahí está siempre IU, con los pantalones a la altura adecuada para la maniobra, cerrando los ojos y apretando los dientes. Griñán fue presidente sin elegirlo los andaluces dos años, y ahora ha estado otros dos igual.
El PSOE de Rubalcaba no acaba de arrancar, y el de Griñán tampoco. Pero se trata de conservar el poder. Y esta es la única manera de hacerlo. Hay que pillar con el paso cambiado al adversario, a una IU que no tiene candidato, y que en caso de tenerlo generará una bicefalia entre éste y el vicepresidente del Gobierno Diego Valderas, y un PP sin candidato y con el caso Bárcenas pisando los talones de Javier Arenas.
Griñán se va, pero deja a Susana Díaz, igual que Chaves hizo con él, incluso dice que seguirá en los cargos orgánicos, como decía Chaves también. Y sordo a las críticas que recibió en su momento, repite él la jugada, él, el llamado a regenerar el PSOE-A, el que iba a valorar la capacidad antes que la fidelidad, y una...
Habrá elecciones anticipadas, y estos tres partidos estarán estancados en votos, pero el Parlamento Andaluz dará cabida a formaciones contrarias a la autonomía, ya que los nacionalistas andaluces se están reconstruyendo por enésima vez por el camino equivocado.
Es evidente que los socialistas lo que tienen es miedo a que los andaluces elijamos lo que nos de la gana ¿qué miedo había a unas elecciones cuando se fue Chaves? ¿y ahora? ¿por qué hay hasta que simular unas Primarias que ni se llegan a celebrar?
Patético. Y lo peor es que nosotros, los andaluces, seguimos aquí, aguantando el pestilente aroma de la política corrompida por el partidismo (no, el bipartidismo no, el partidismo, el anteponer los intereses del partido a los del país).
Nota: En la Comunidad de Madrid, cuando dimitió Esperanza Aguirre, también se quedó un sustituto, no lo he olvidado, pero ese es problema de los madrileños, no nuestro...



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