4D: La factura pendiente

Volver la vista atrás para recordar aquel 1977 en el que un 4 de diciembre las calles se llenaron al grito de "Andalucía autonomía", sirve para poco más que entristecerse y añorar aquella energía, aquel ímpetu, aquellas ganas de cambiar las cosas, de reivindicarnos como un pueblo capaz de decidir su propio destino.
Es triste porque hoy la Junta de Andalucía, lejos de ser una institución con la que los andaluces nos sintamos identificados como seña principal de nuestro autogobierno, es percibida por la inmensa mayoría como el patio de Monipodio, donde el compadreo y el mamoneo van de la mano hasta el juzgado más próximo. 
Es triste ese campo de batalla en que se ha convertido el Parlamento de Andalucía, donde no se sabe si las sesiones de control con al gobierno de Susana Díaz o al de Mariano Rajoy.
En todos estos años, el PSOE -y hay que decirlo así porque es el único partido que solo o acompañado- nos ha gobernado- ha fulminado la ingente ilusión con la que los andaluces conquistamos nuestra autonomía como nacionalidad histórica. A día de hoy en Almería no encontramos más que quejas por el abandono al que estamos sometidos... con infraestructuras que nunca llegan o cuando lo hacen es después de décadas y décadas de promesas... pero no es sólo esta provincia, es que en Málaga ocurre lo mismo, y en Jaén, y en Cádiz... y qué decir de Granada o Huelva... por no hablar de Córdoba... o de la propia Sevilla... 
Andalucía está ahora más desvertebrada que nunca, y no sólo desde el punto de vista de las infraestructuras, si no desde el punto de vista social, porque la ineficacia de los sucesivos gobiernos socialistas ha ido generando agravios e injusticias, porque se ha venido gobernando no en función de las necesidades del territorio y sus gentes, si no en función de las estrategias de partido. No se escoge a los mejores para ser consejeros, si no que se conforman los gobiernos en función de las familias socialistas a las que se premia o castiga, en función de intereses electoralistas, en función de pacificar las agrupaciones.
Es evidente que quienes se apropiaron del entusiasmo de los andaluces no sólo lo han dilapidado, si no que han ido acabando con él poco a poco, sistemáticamente, machaconamente.
Recuerda en uno de sus libros de memorias Alfonso Guerra como lograron él y otros en apartar el "andalucismo" de los principios ideológicos del PSOE cuando se colgó la A. Y a eso podemos añadir que el expresidente Manuel Chaves -aquel que no quería dejar un ministerio en Madrid a cambio de presidir Andalucía- sostenía que había que pensar más en España que en Andalucía, que retiró contenciosos contra el Gobierno central en cuando volvió a gobernar su partido, y podemos añadir cómo el expresidente José Antonio Griñán no sólo huye a Madrid cuando se le acercan los problemas o cómo acepto solares como pago a la deuda histórica tras decir que no una y otra vez cuando lo ofrecía otro presidente de otro partido.
Cuando los andaluces salimos a la calle el 4D lo hicimos precisamente contra todo eso que ahora tenemos, por que no es más que lo mismo que teníamos, como matices, sí, pero lo mismo. Sigue el caciquismo, sigue el enchufismo, sigue el clientelismo, sigue la corrupción institucionalizada, seguimos teniendo más paro que nadie... y sigue la demolición de la identidad andaluza, la generación de enfrentamientos entre provincias para evitar que los andaluces nos sintamos lo suficientemente unidos como para plantar cara a quienes nos avasallan... porque ya lo hicimos una vez cuando doblamos el pulso al Gobierno y sus partidos centralistas y se hizo un referendum para la autonomía por la vía de las nacionalidades, y luego se lo volvimos a doblar para que cambiaran la injusta ley a la que nos sometieron.
Igual que los políticos almerienses sólo aspiran a irse a Sevilla o Madrid y están dispuestos a tragar lo que haga falta para ello, a la generalidad de los andaluces lo que les mola es acabar en la capital del Reino de senadores, de diputados, de ministros, o aunque sean directores generales... eso es mejor que ser alcalde de tu pueblo o parlamentario andaluz... dónde va a parar!!!
No era esto lo que queríamos, y por eso se entiende que el 4 de Diciembre no se celebre, y que por ejemplo Izquierda Unida que se apuntó celebrarlo cuando entró en el Gobierno andaluz con el PSOE, al año siguiente se haya vuelto a dormir... qué más da!!!
Han pasado 36 años desde aquel día y Andalucía sigue siendo la última -o casi-, y Almería es ejemplo de esa mala gestión socialista, porque cuando en todos sitios gobernaba el PSOE... era maltratada, y cuando ha habido gobiernos de distintos colores, también. Por tanto es víctima ejemplar de la ineficacia; una ineficacia fruto del sometimiento de las instituciones a los intereses partidistas y no a los intereses generales. Almería por tanto, es esencia en sí, de lo mismo que toda Andalucía.

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