Constituido ya el nuevo Parlamento de Andalucía, falta la elección del presidente del Gobierno, que será sin duda esta semana que comienza, pero que no sorprenderá a nadie cuando el madrileño José Antonio Griñán sea investido con los votos del PSOE y de IU.
La elección de Griñán culminará una nueva serie de errores por parte del presidente del Partido Popular, Javier Arenas, desde la misma noche electoral. Quizá no cometerlos no habría modificado lo que ocurrirá dentro de unos días, pero habría ofrecido una imagen distinta tanto del Partido Popular como de él mismo.
El primer fallo fue tras conocer el resultado ofrecido por las urnas. Arenas se limitó a proclamar que el PP había ganado las elecciones, nada más. Se le notaba ya convencido de que PSOE e IU pactarían lo que hiciera falta con tal de que él no llegara a presidir el Gobierno andaluz, pero lo cierto es que le faltaron reflejos.
Quizá estaba tan convencido de ganar que no tenía plan B, pero lo primero que hace quien gana unas elecciones es, efectivamente, decirlo alto y claro. Lo segundo es anunciar que formará gobierno, en el caso de que tenga mayoría absoluta, y si no la ha logrado, avanzar que se pondrá en contacto con el resto de partidos para propiciar un gobierno estable, o mostrar su disposición a gobernar en minoría.
Arenas no hizo nada de eso, se dio automáticamente por sentado en los bancos de la oposición, cediendo al PSOE la iniciativa de formar mayoría.
Otro error importante es que, además de perder la iniciativa, ha fustigado de modo inaudito a los únicos en Izquierda Unida que hubieran podido propiciar que gobernara la lista más votada, los de la CUT-BAI de Juan Manuel Sánchez Gordillo.
El PP en su conjunto debía haber transmitido el mensaje de que para que gobierne Griñán/PSOE los diputados de IU tendrán que levantar la mano y votarle, es decir, darle cuartelillo a cuatro años más de lo mismo que han venido criticando sistemáticamente; en tanto que Arenas podría ser presidente si que los "comunistas" tuvieran que darle su apoyo de modo directo. Haberles propuesto pactar las política sociales y el compromiso de mantener la sanidad y la educación públicas fuera de las medidas anticrisis, hubiera sido algo que IU habría tenido que explicar porqué no aceptaba sin ni tan siquiera hablarlo.
Desconocemos qué se habrá movido por debajo de la mesa entre el PP e IU, pero me cuentan que nada, y visto lo visto tengo que creer que los populares en ningún momento han llegado ni tan siquiera a plantearse que eso pudiera ocurrir en Andalucía.
Pero si añadimos más errores a la lista, no podemos dejar pasar que el propio PP ha caído en la trampa de comenzar a hablar de sucesión... o no, al frente de la formación y en la candidatura a la presidencia de la Junta dentro de cuatro años. Que siga quien tantas veces ha intentado lograr el puesto y no lo ha logrado, puede ser un error tan grave como meterse en un proceso de cambio de liderazgo cuando queda mucho tiempo delante, y además se han ganado las elecciones.
Sí, se han ganado, pero serán cuatro años más de oposición, y la imagen que será exprimida al máximo, de que el PP no tiene banquillo... siempre el mismo candidato... alcaldes que son parlamentarios, alcaldes que son diputados... alcaldes senadores... concejales que son parlamentarios... concejales que son senadores...
También es un error que Arenas se inmole defendiendo las políticas del Gobierno de Rajoy. Que las defiendan el presidente y sus ministros, que las defienda su delegada y sus subdelegados, pero él no tiene necesidad de que andaluces que le votaron estén pensando que menos mal que no ha llegado a presidente.
Pero sobre todo, el PP y Arenas no han sabido transmitir a los andaluces una idea fundamental, y que va más allá de quién ganó las elecciones: quién las perdió.
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