Después de con su ironía y su descaro Enrique Tierno Galván, aquel "viejo profesor" que le hizo la jugarreta a sus "compañeros" del PSP mientras él se colocaba en el PSOE, dijera aquello de que "las promesas electorales están para no ser cumplidas" la cosas acabó dando un vuelco, hasta la situación actual en la que el notario es un elemento más en campaña.
De aquello se pasó a no hacer programas electorales, y los partidos hablaban de sus "programas de gobierno", expresión que hoy siguen usando algunos para darle más credibilidad a sus propuestas.
Y lo último de lo último, lo muy-muy y lo más-más, es llevarse al notario de campaña. En Almería han sido dos alcaldables del PP, el de El Ejido Paco Góngora y el de la capital Luis Rogelio Rodríguez quienes han anunciado que acudirán a él, el primero para garantizar que bajarán la deuda, y el segundo para dejar en evidencia que su oponente socialista miente cuando hablar de que un trayecto le supone 25 minutos de tiempo.
Lo primero a que induce todo esto es a pensar que la palabra de un político no vale nada, y tampoco valen los libros tan caros y costosos que presentan en las campañas electorales.
La pregunta es por qué acudir al notario es algo voluntario y no se hace obligatorio para todos, si es que la firma de éste sirve para algo. O por qué no se llevan ante notarios los programas electorales y que éste los rubrique.
La respuesta a todas las cuestiones es que como no se puede hacer nada cuando alguien incumple sus promesas electorales, el que estén negro sobre blanco, o que lleven un sello u otro no tienen la menor relevancia.
Todos nos acordamos de aquel "OTAN: De entrada NO" de Felipe González. Y nos acordamos de tantas y tantas promesas de Manuel Chaves incumplidas de sus programas de gobierno.
¿Crearán oposiciones a "notario electoral"?
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