"Que pasé ya esto, por dios", es una frase que se oye tanto a alcaldes socialistas como del PP, pero también de otros colores. Para más de uno, y de dos, y de tres... vamos, para casi los 112 alcaldes de la provincia, estas elecciones municipales se están viviendo como periodo absolutamente agónico. Necesitan que pase el 22 mayo para coger bríos y recomponerse.
Muchos ayuntamientos almerienses vivían en una situación legal, pero preocupante, hasta que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero vino a estrangularlos, hasta el punto de que si bien unos están literalmente muertos, otros intentan aguantar la crisis en coma, a ver si una inyección esa del doctor House les devuelve a la vida.
Como está feo señalar, y además sería injusto porque podemos poner nombres a aquellos que conocemos, pero hay muchos más que no han salido a la luz sus problemas, pero tenerlos los tiene, pues apuntaremos que alguno no paga los préstamos que tiene contraídos con bancos y cajas desde hace más de un año, hay otros que prorratean las pagas extraordinarias de los funcionarios para poder hacerles frente, hay quienes deben a sus proveedores facturas de cuantías irrisorias desde hace dos años, hay ayuntamientos a quienes no se les vende a crédito en el municipio, los hay que acogidos a que no les van a cortar la luz de los servicios esenciales no la pagan desde hace muuuuuchos meses...
Ante la pregunta de por qué ocurre este colapso hay una respuesta fácil, como las que les gusta dar a House, el despilfarro. Y bueno sí, es verdad que los ayuntamientos han gastado mucho, tal vez demasiado, y tal vez en cosas que no debieran; pero no es menos cierto que eso no tiene la culpa de todo.
Otro diagnóstico rápido: la caída de la construcción. También es verdad, y los datos están ahí, las licencias de obra han tenido una caída brutal, a lo que se ha unido la imposibilidad de obtener ingresos vía venta de suelo o aprovechamientos urbanísticos. Pero también eso ha supuesto gente en paro que sin recursos económicos deja de ir a tiendas, bares... que compra menos ropa, aguanta más años el coche... si puede trabaja en negro... y todo eso también supone descenso en licencias de establecimientos y otros impuestos.
Pero eso no es todo. Hay que pensar que los ayuntamientos tenían una capacidad legal de endeudamiento a la que sólo llegaban unos pocos, y de repente, Zapatero decide dar un recorte. Es decir, cambia las reglas del juego a mitad del partido, y así quienes superaran el nuevo nivel de endeudamiento no podrían pedir más créditos, con lo cual la inmensa mayoría se quedaban fuera de esa posibilidad y sin poner ni tan siquiera de refinanciar su deuda.
Es decir, a la bajada de ingresos se le une el no poder pedir nuevos préstamos. Pero con ser eso grave no es todo, ya que no podemos olvidar que Zapatero obligó a los ayuntamientos a que devolvieran lo que habían percibido de más a lo largo de los últimos años en concepto de su participación en los tributos del Estado.
Sumamos bajada de ingresos, imposibilidad refinanciación de la deuda, y devolución de dinero al Estado.
Luego tenemos a la Junta de Andalucía, que vive de los ayuntamientos. Los ayuntamientos son los que prestan muchas de las competencias que tiene legalmente atribuida la administración autonómica, como la construcción de centros de salud, de día, colegios... pero mientras hasta ahora éstos podían hacerlo y que la Junta les pagara en cómodas anualidades, ahora resulta que ese dinero no llega, y que además, el haber creado esas infraestructuras les obliga a mantenerlas sin ninguna ayuda.
A ver si después de la publicidad conocemos el desenlace del capítulo de hoy... a ver si revive el muerto.
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