En la sede del PP, el presidente Gabriel Amat aparecía rodeado de diputados, parlamentarios, alcaldes, concejales... y hasta de alguno que no era nada de eso. Mientras, en la sede socialista comparecía ante los medios el secretario general del PSOE, Diego Asensio, solo.
Junto a Asensio no estaba ni el presidente del partido, Martín Soler, que de haber ganado "algo" en las elecciones europeas habría corrido a ponerse en la foto. Pero no estaban tampoco el secretario de Organización, ni el de Relaciones Institucionales... vamos, por no estar no estaba ni el portavoz del PSOE, ni el secretario de Comunicación... y eso que instintivamente Asensio dijo que el problema había sido que no habían "comunicado bien", que los votantes no había entendido el mensaje.
Aquí no dimite nadie. En el PP piensan que mejor así, que el trío Soler-Asensio-Segura es la garantía de futuras victorias, pero cualquier demócrata que se precie lamenta que frente a un partido mayoritario no haya alternativa. Algo similar venía ocurriendo hasta hace bien poco a nivel estatal, con el PP aquejado de dolores y el PSOE exultante. Por tanto no es cuestión partidismo.
Soler sólo ha hecho que crecer personalmente en el partido desde que se hizo cargo del mismo, y eso es lo que ha pasado con sus dos compañeros, Asensio y Segura. Lo mismo ha pasado con todos los de su entorno. Con todos menos con el partido como organización social.
Soler ha llegado a consejero, a Asensio no hay quien le saque de la lista del Senado y a Segura de la del Parlamento andaluz. Impusieron a Peña en Roquetas y ya vemos que se quedó en la oposición, que tiene el partido destrozado, y que ni fue reelegido senador. Y qué decir de lo que pasa en El Ejido, con Manolo García Quero al frente del mismo... él sigue de parlamentario una y otra vez, pero el PSOE se va a pique. Y podríamos seguir a Poniente y a Levante. O en la capital, donde neutralizaron al portavoz municipal Nono Amate tras imponerle que fuera cabeza de lista, y desde entonces el grupo no es que esté dividido, es que ni está ni se le espera.
El entorno de la dirección provincial está agarrada al poder institucional, al sueldo público, y mientras los resultados electorales son cada vez peores.
La cuestión es que esto pasa porque el PSOE almeriense es complaciente con el poderoso y duro con el débil. Así, no tienen problema en besar el suelo que pisan los dirigentes andaluces y federales aunque no inviertan un euro en Almería, como lo prueba el premio que le dieron a la nefasta Magdalena Álvarez tras su reprobación senatorial, o como tragan con todo lo que viene de Sevilla o Madrid.
El ciudadano lo acaba percibiendo, y más pronto que tarde él mismo se responde a la pregunta ¿qué ha hecho Soler para ser consejero? ¿y Asensio para ser senador y secretario general? ¿y Segura Vizcaíno? ¿y Usero? ¿y...? Pues nada. Esa es la respuesta. No han hecho nada, por eso están donde están.
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