La Diputación en su Mundial

No me gusta el fútbol, y mucho menos el patrioterismo rancio y ramplón que destila en los eventos internacionales. Es por eso que siempre suelo decir que “voy” con los otros, es decir, con el equipo contra el que juega España. Aunque en realidad, once chavales millonarios dándole patadas a un balón no me representan, vistan del color que vistan.

Es por eso que yo iba con Holanda, sí… ¡qué pasa! Pero tengo que reconocer que me duró el gusto por la naranja menos de un cuarto de hora. Bastó ver lo sucio que jugaban ellos y lo legales que iban los de AZUL, que en justicia deseé que ganaran los buenos y perdieran los malos.

Pero cuando vi que al final quienes levantaban el trofeo eran los que se habían cambiado de camiseta, no supe si alegrarme o no. Eso de sudar una camiseta de un color y luego ponerte otra para las fotos, pues no sé, vale que no huele, pero ese olor es parte de la victoria (es una metáfora).

El caso es que el juego sucio de los holandeses me recordó mucho a cosas que pasan en la Diputación, pero con la importante diferencia de que esto no es fútbol, y por tanto, lo normal es que gane el fuerte y poderoso, que por algo lo es.

Así, la patada de uno de los naranjas en el pecho de uno de los azules, que más parecía kárate que fútbol, es como cuando la Diputación hace una adjudicación negociada y sin publicidad fundamentándose en un informe cuyo contenido es manifiestamente irregular, o cuando no se acepta el recurso correspondiente alegando otro informe hecho por alguien que ni siquiera se ha leído las leyes que invoca. El objetivo es provocar el desestimiento, lo cual por cierto también tiene un nombre no ya en el Derecho Administrativo si no en el Penal.

Cuando alguno de los naranjitos estos se tiraba por lo bajo con la excusa de tocar balón, pero con la única intención de partirle los tobillos a uno de los azulinos, es como cuando la Diputación adjudicó 60.000 euros a cada periódico dejando fuera al Diario de Almería (al auténtico, no al del Grupo Joly, al que nada más abrir le dieron otros 18.000 para el Trivial aquel que repartieron… ah… y 80.000 extras a La Voz como regalo de aniversario). Eso sí, cuando en el Diario de Almería entró un insolvente patrocinado por el PSOE, faltó tiempo para ver cómo hacerle llegar ese dinero antes negado.

Mientras, hay emisoras de radio que no cobran sus facturas desde hace años pese a lo solvente que dice ser la Diputación, por lo que lo único que cabe pensar es que se trata de una medida de presión por su línea editorial.

O cuando uno de estos tulipanes aprovecha un salto para darle un codazo en la cara a un rival, es como si en los pasillos de la Diputación el director de un medio insulta y amenaza públicamente al de otro ante testigos y luego un vicepresidente se va a tomar café con él. El tulipán ese debió pensar que estaba en su propia casa, o a lo peor alguien le ha dicho que lo está.

Pero como esto es la vida real, en la Diputación los azules habrían perdido el Mundial ¿o no?

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