Un joven de 28 años, nacido en Mali, ha ido a encontrar la muerte en el pueblo almeriense de La Mojonera, a manos de un magrebí. Al parecer le quisieron robar la cartera y se resistió. Le costó la vida. Luego, algunos de los suyos, se tomaron la revancha con altercados por el municipio, siendo lo más afectado los establecimientos propiedad de marroquíes.
Mientas la tranquilidad ha llegado a este municipio, tranquilo de por si, no podemos olvidar que no hace mucho ocurrió también otra muerte en la que se vieron enfrentados dos grupos raciales en Roquetas de Mar. En esa ocasión el detonante se comentó que pudo haber sido la droga.
La pregunta es si esto se volverá a repetir. Y es que las condiciones socioeconómicas de estos dos municipios es similar a la de muchos en la provincia.
Comentaba José Cara, el alcalde mojonero, que este hecho era un "hecho puntual", justo la misma expresión que utilizó Gabriel Amat, primer edil roquetero.
Pero lo cierto es que son muchos pueblos los pueblos de Almería en los que la población inmigrante legal supera el quince por ciento, y sumando la ilegal se pueden alcanzar cifras superiores al veinte... y al treinta.
En todos ellos los inmigrantes viven de la agricultura y de la construcción, y por tanto son los principales afectados por la crisis. No pueden trabajar en la construcción por que no hay trabajo, sencillamente. Y los agricultores llevan tres años con pérdida de renta, y por tanto en el mejor de los casos evitan contratar para poder sobrevivir.
Si a esa situación crítica le añadimos sus problemas específicos personales y colectivos, sólo falta un pequeño chispazo para que todo estalle.
Quizá hemos aprendido todos -alcaldes, políticos en general, medios de comunicación, organizaciones sociales...- de lo que pasó en El Ejido, de lo de Roquetas y de La Mojonera. Quizá.
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