Estamos sumidos en una crisis sin precedentes según todos los expertos, y ya no sólo no lo niega el Gobierno socialista, es que su vicepresidente económico y su ministro de Trabajo (!) aseguran que si la cosa está mal ahora... el próximo año estará peor.
A todo esto, los sindicatos mayoritarios, Comisiones Obreras y Unión General de Trabajadores, mantienen un silencio que va más allá de lo prudencial, y eso ha tenido premio. En concreto, el Gobierno central, por manos de su subdelegado en Almería, Miguel Corpas, ha querido premiar a ambas centrales en el Día de la Constitución, y allí estuvieron tanto Juan Pallarés como José Ginel para recibir lo suyo.
No se trata de cuestionar ni a los sindicatos y mucho menos a los dos líderes almerienses, pero sí la conveniencia de esta distinción tan... inoportuna. Inoportuna precisamente por que los ciudadanos no acaban de entender la moderación de estas organizaciones en una situación tan crítica como la actual. Quizá la cuestión sea que representan más a los empleados que a los sin-empleo, y más al trabajador por cuenta ajena que el por cuenta propia, pero el caso es que el paro crece y crece, que los autónomos han de cesar en su actividad por falta de trabajo, y mientras ellos... a organizar cursillos a estupendos precios que sufraga "papá-Estado" y "mamá-Junta".
Que los sindicatos merezcan este reconocimiento es poco cuestionable, pero es que hay muchos más que lo merecen y de quienen poco se acuerdan. Podríamos citar a otras organizaciones sindicales como CGT o CNT, por qué no al SAT o al CSI. La diferencia no es sólo la de la representatividad de los trabajadores, es que estas siglas mencionadas son en la actualidad bastante más reivindicativas que UGT y CCOO.
No es que los premiados hubieran debido renunciar a su galardón, es que el ir a recogerlo ha escenificado una de esas famosas "escenas del sofá" que tanto gustan a los inquilinos de La Moncloa.
Tres millones de parados merecen una actitud sindical más contundente y responsable.
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