Si hay un elemento vertebrador de esta campaña electoral es la corrupción. Desde que estallara el caso Mercasevilla, que era ya escandaloso en sí mismo, no hemos parado de ver día sí y día también cómo los medios de comunicación en general y algunos en particular (El Mundo, ABC y La Razón) nos sorprendían con noticias que olía peor cada mañana. De aquellos polvos pasamos a los lodos de los ERE fraudulentos, y de ahí al "fondo de reptiles", luego llegaría Invercaria, IDEA... y así hemos pasado de ver como "papá" Chaves subvencionaba la empresa que acaba de contratar a su hija, o como su hijo era el comisionista de quienes contaban con sus servicios para lograr dinero de la administración autonómica... a ver la firma de Pepegriñán en un documento que pone en evidencia que sacó fondos del presupuesto "transparente" de la Junta para colocarlos en una partida "opaca".
En clave electoral hay que preguntarse si todo esto pasará factura al PSOE, e incluso si le pasará MÁS factura de la que a estas alturas haya podido pasarle. Sobre eso hay opiniones.
Por un lado podemos escuchar a Javier Arenas, quien decía el otro día en Almería que cuando estalló en El Ejido la Operación Poniente y salió a la luz toda la basura, los ejidenses votaron luego al PP, que cuando en Marbella se hizo la Operación Malaya después ganó el PP... y tras algún ejemplo más acabó concluyendo que en Andalucía ganará el PP. Pero no es del todo cierto, ya que basta mirar Valencia para darse cuenta de que los presuntos corruptos ganan elecciones por mayoría absoluta, y apunto esa comunidad para apuntar una victoria popular, pero nos podemos quedar en Andalucía para observar que escándalo tras escándalo, el PSOE ha seguido ganando por mayoría absoluta, y qué decir de las dos últimas veces que Felipe González revalidó la presidencia del Gobierno central, acosado por la corrupción y los crímenes de Estado.
Y es que no todas las corrupciones son iguales, o así lo entiende la ciudadanía. No es lo mismo un alcalde que recibe un maletín lleno de euros por modificar una calificación urbanística y permitir así que se forre un constructor, que quien se lleva dinero público destinado a parados y encima lo reparte entre sus amigos. En el primer caso, aun siendo perjudicial para los intereses públicos, el ciudadano no se reconoce como perjudicado... al fin y al cabo si se construye hay trabajo en el pueblo, se venden los pisos y habrá más gente en los comercios... no es cuestión de entrar en más, pero lo importante es que se percibe como una pillería que en realidad no perjudica a nadie. Ahí podría meterse el tema de los trajes de Camps, quien incluso si hubiera sido declarado culpable, en el fondo se entiende que no ha perjudicado a nadie, que no ha robado a nadie por recibir cuatro trajes regalados.
Tampoco es lo mismo cuando hay un golfo que cuando los golfos se organizan para saquear.
Así, el caso de los ERE reúne lo peor de lo peor. Son golfos, que se demuestra que se habían organizado perfectamente un con un fin claro y preciso, y que no era otro que destinar a sus amigos el dinero que debía para los parados en un país con un tercio de la población padeciendo el desempleo, vamos que es como meterles la mano en el bolsillo. Es decir, que el votante se ve directamente perjudicado, y eso sí pasará factura al PSOE.
En los últimos días el PP ha aflojado la presión sobre las corrupciones socialistas, las ha sacado de su argumentario y sólo entran en el tema a preguntas de los periodistas. No quieren que el PSOE aparezca como una víctima, pero también son conscientes de que la cantidad de votos que podría reportarles a ellos o recortarles los socialistas ya está descontado, y que en los días que quedan hay que pisar el acelerador que haga a los andaluces ver a Arenas como un presidente serio y solvente frente a una posible coalición de comunistas y restos de un PSOE que sólo existe ya como agencia de colocación.
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