Mariano Rajoy abrió su intervención ante los 4.000 incondicionales que abarrotaban el Pabellón Rafael Florido, recordando cuando estuvo en 2008, destacando que "eran otros tiempos"... y tanto. Seguramente de eso hablaron cuando en la noche del viernes al sábado cenaba con el núcleo duro del PP almeriense en restaurante Valentín de la capital, y también con la ministra Fátima Báñez que había pasado el día en varios actos institucionales y de partido (ya saben como les gusta a las formaciones políticas que coincidan ambas cosas en sus desplazamientos) en Almería, y que debió entrarse más cómoda cuando su marido llegó a esas horas para compartir con todos los demás mesa y mantel.
Se nota que el PP está en un momento de ensueño, y que Javier Arenas tiene miedo de que se torne en pesadilla si una vez más se queda a un paso de ser presidente de la Junta de Andalucía. Decía él que tiene todas sus aspiraciones colmadas... ministro... vicepresidente... sí, vale... pero quedarse tantas veces a las puertas del Gobierno de Andalucía debe ser muy duro, y más cuando te preguntas y una otra vez cómo es posible que los andaluces acaben depositando su confianza en un partido que lo único que ha hecho en los últimos treinta y tantos años es traicionarla. Ahora son los ERE e Invercaria, pero antes fueron los cafelitos de Juan Guerra, fue el Mistere, fue el caso Climocubiertas, fue el caso Abengoa, fue el caso Matsa, el caso del niño comisionista... y eso por sólo referirnos a lo hecho, pero ni miramos lo no hecho, es decir lo prometido y no cumplido no acabaríamos, y más si la lista la hacemos desde Almería.
Arenas tiene esa espinita clavada y se le nota. Continuamente alterna un discurso de alguien que ya se ve presidente, con otro en el que apela a no dejarse llevar por el triunfalismo de las encuestas. Pero siempre, lo que más aplausos levanta cuando habla él, o cualquiera de los que le precedieron -Luis Rogelio, Rosario Soto, y Gabriel Amat- es cuando se toca el tema de la corrupción institucionalizada.
Es curioso este detalle, porque se suele hablar mucho de que no pasamos factura a los corruptos, y es cierto en gran medida, y alcaldes y presidentes autonómicos que han protagonizado escándalos luego han ganado elecciones sin despeinarse, pero ahora tal vez sea distinto. En Andalucía, donde más de una tercera parte de la población en edad de trabajar está en paro forzoso, ver que el dinero que debía ir destinado a crear empleo se lo repartían en una mesa de despacho para irse de juerga con los amigotes, y que eso son millones y millones de euros, pues duele mucho más que cuando todo es más etéreo y distante aunque igualmente deleznable, y me refiero a los casos mencionados y que afectaban al indecente Manuel Chaves.
Luis Rogelio se hizo ante el micrófono la misma reflexión que se hacen muchos: si Griñán no sabía nada... está inhabilitado por despistado, y si lo sabía y miró para otro lado... está inhabilitado por algo peor.
Pero no sólo de ERE vive el PP andaluz, por bien que le haya venido electoralmente, y la crisis y su origen y consecuencias marcaron los discursos de todos. Y volviendo al alcalde de Almería, cuando habló de que los socialistas habían hecho cosas, pero que seguíamos con una Andalucía colocada en el furgón de cola, arrancó aplausos cuando preguntó en su tono más mitinero que "tiempo han tenido estos pollos" para cambiar las cosas.
Si a las palabras de Soto le restamos las dedicadas a los escándalos mencionados, hay que decir que dedicó la mitad de su tiempo a los agradecimientos, empezando por Arenas ya acabando por... y la otra parte a nombrar todas y cada una de las promesas incumplidas del PSOE, pueblo por pueblo.
Gabriel Amat quiso lucirse, y tenía todo el derecho a hacerlo. Recordó como ha ido creciendo el voto del PP en la provincia, como han ido conquistando pueblos, como se han repuesto a las adversidades, como Almería ha sido fundamental en el crecimiento de este partido en Andalucía y a su vez desde Andalucía para que Rajoy esté hoy donde está, algo que luego éste reconoció en el atril.
Amat se habló de lo que está ocurriendo con la economía provincial hasta el punto de acusar al PSOE de ser el responsable de que "muchas industrias de esta tierra que se tienen que ir a la mierda". Aplausos.
También aplausos y un "olé" cuando Arenas reafirma su "compromiso" con la agricultura y contra la competencia desleal, mientras pasa lista por su nombre y municipio a todos y cada uno de los cargos públicos de gobierno y oposición que estaban en el Rafael Florido.
A Arenas se le han debido hacer estos últimos cuatro años tan largos como a Rajoy esos cuarenta metros que separaban la entrada del Pabellón y el escenario del mitin. Besos, palmaditas, sonrisas y manos para todos. Parecía que nunca fuera a llegar a la primera fila.
El intento de tres chicas de boicotear el acto al grito de "nosotras parimos, nosotras decidimos" no tuvo el mínimo éxito. Con gran paciencia fueron amablemente -y no es coña la palabra- invitadas a abandonar el lugar, cosa que no llegaron a hacer hasta acabar el mitin, pero sí que acabaron en el hall hablando con los responsables de seguridad. Tal vez desconocían que en España el aborto es legal y que el PP no piensa penalizarlo, lo cual les puede venir muy bien porque estoy convencido de que ninguna de ellas ha parido por ahora y por tanto entre condones y píldoras varias, se pueden apañar mientras tanto.
Al salir me decía una lectora que pusiera que olía a victoria, y bueno, a lo que olía es a que había mucha gente, y obviamente es fundamental que haya mucha gente para lograr una victoria, y que el olor a victoria atrae a mucha gente.
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