Me gustó la frase de Luis López en su abandono del escaño en el Congreso de los Diputados. Dijo que tenía remordimientos por no sentirse útil en su puesto.
Prefiero no abundar en otras posibles motivaciones que han pesado en la decisión del veterano socialista porque se supone que alguien con su experiencia debía ser consciente de qué se espera de él en cada puesto, y que también se le supone informado del trabajo que se desarrolla en todo tipo de cargos públicos. Es decir, que no puede ser que haya llegado al Congreso y de repente... el vacío existencial...
¿Es que nunca habló con Juan Callejón, con Paco Contreras, con Nono Amate, con Ana Cano, con Carmelo López...? ¿nunca le dijeron en qué consistía su trabajo en la Carrera de San Jerónimo?
No puedo acabar de creerme que alguien como Luis López se haya sentido inútil durante los menos de cuatro meses que ha estado sentado en el Congreso, y mucho menos en un momento en el que el PSOE está en la oposición y eso obliga a redoblar el trabajo para que su reducido grupo parlamentario fiscalice al Gobierno.
No puedo creerme el miedo escénico en alguien que lleva toda la vida en la primera línea de la política, y estoy más persuadido de su decisión está vinculada a otras cuestiones.
En cualquier caso, y si nos atenemos a su justificación, hay que aplaudir la honradez que supone dejar un cargo en el que ganas más de cinco mil euros al mes sencillamente porque no sientes útil en él. A pesar de sus más de sesenta años (64 creo) podría haber seguido sentado y vegetando, como han hecho y hacen otros más jóvenes y más mayores... los que no llegan a culiparlantes porque ni hablan.
No menos llamativo resulta pensar que si alguien con ese bagaje político no ha sido capaz de sentirse útil en el Congreso, la actual inutilidad del Senado ha sido contagiosa.
Por cierto, si la siguiente en la lista no tomara posesión del cargo, o tuviera que dejarlo más adelante... el PSOE podría tener un problema. En concreto en los tribunales de Justicia.
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