Es triste, pero la historia de Balanegra se está forjando sobre hechos poco dignos de ser recordados. La legítima aspiración de sus vecinos de convertirse en un municipio independiente de Berja -y motivos no les faltaron nunca- se ha visto siempre envuelta en escándalos absurdos, que debidamente amplificados han contribuído a la caricatura. Y eso no es justo, pero cómo no recordar al anterior alcalde de esta entidad local... bueno... no, no vamos a recordarlo.
Lo cierto es que con la llegada de Mercedes Tapia, parecía que todo iba a tomar otro camino, que la sensatez había llegado a ese núcleo de población que ahora acaba de dar la bienvenida a su hija más famosa, Nerea Camacho, premiada con el Goya a la actriz revelación.
Pero no es así. Tapia llegó a perder los papeles cuando se encerró en el Ayuntamiento de Berja para reclamar un dinero que ella entendía que correspondía a Balanegra y se le negaba, estrangulando así la pequeña economía de su "ayuntamiento". Aún podemos recordar ese "desmayo" en la plaza del Ayuntamiento... pero intentemos olvidarlo.
Un nuevo deseo de confiar en que las cosas cambiaran se produjo cuando Antonio Torres se convirtió en alcalde de Berja. Al fin el socialista Serafín Robles pasaba a la oposición y se prometía un entendimiento entre los dos ediles, al ser ambos del Partido Popular.
Lo que no cabe en cabeza humana es que Tapia decida por su cuenta y riesgo construir un espigón para evitar el deterioro de la playa balanegrense... y que lo haga sabiendo que es ilegal, y es que ella lo ha reconocido públicamente. No sólo eso, también Torres lo ha admitido, con el agravante de que es un parlamentario quien ha desobedecido la ley, y si acaba en los tribunales, el Partido Popular tendrá un problema bien gordo. Y el hecho de que la alcaldesa comprometiera al resto de ediles en la realización, deja claro que no quería estar sola ante la situación que podría avecinársele... y ojo con el texto concreto que se votó y qué voto cada cual, puesto que la responsabilidad podría ser personal de todos y cada uno, no sólo de Tapia.
Puede ser loable que quiera defender su pueblo, pero eso nunca se puede hacer en contra de la ley, por mucho que las administraciones sean lentas a la hora de actuar. Es más, trantándose de una obra ilegal -así lo ha entenido la Dirección General de Costas- se genera también la duda del origen del dinero para abonarla.
Además está la insensatez que supone desde el punto de vista medioambiental hacer un espigón sin más estudios ni más informes que la propia opinión personal, desoyendo los escritos de los especialistas que taxativamente rechazan esa solución para el problema. Y es que por qué uno? No es mejor tres? Y vez de rectos... por qué no hacerlo hacia poniente? o hacia levante?
Ahora sale una sentencia que obliga a Tapia a readmitir a un trabajador al que habia despedido como "represalia" según dice el juez.
Y todo esto, cuando ahora podrían ir en Balanegra las cosas mejor que nunca, tanto en su funcionamiento diario como en su objetivo de lograr la indepenencia de Berja.
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