Han tenido que pasar cuatro años -4- para que alguien del PSOE admita que quizá el trasvase del Ebro no era tan mala idea. Cuatro años de descalificaciones continuas para acabar escuchando de boca de una consejera de la Junta de Andalucía, en concreto de Cintia Castillo, de Medio Ambiente que:
El principio de solidaridad es necesario entre las comunidades autónomas, sea a través de trasvases, en barco o de cualquier otra actividad, y siempre seré partidaria de la llegada de agua a cualquier territorio para el abastecimiento de la población y de las actividades industriales y agrícolas cuando se produzca una situación extrema
O sea, que que los trasvases en sí mismos no son tan malos. A lo que añade una reflexión obvia:
Ninguna solución es suficiente por sí misma
Y apunta para terminar que:
Justo eso es lo que decía el Partido Popular antes y ahora. Justo eso. Para empezar, el PHN contemplaba trasvases y desalaciones, atendía a la cuestión medioambiental hasta el punto de que mantener niveles de caudal calificado de "ecológico" antes que trasvasar....Cuando sean económicamente y medioambientalmente viables
Podemos recordar que la entonces ministra Cristina Narbona, prometió una decena de desaladoras que paliarían el déficit hídrico de la provincia, pero en la actualidad, lo único que hay es una que se hizo en época del PP y otra inaugurada por el PSOE pero proyectada por el PP.
Y a todo esto, lo importante es que Almería tenga agua, pero no sólo para beber... sobre todo para "comer". A la inmensa mayoría de los almerienses les da igual que haya trasvase o desaladora (si bien no es lo mismo, ni en los costes, ni en la calidad...), el problema es el empecinamiento obsesivo de "trasvase sí/trasvase no".
Destituida la talibán verde (Miguel Sebastián no le llega al tacón) y con la innecesariedad del voto aragonesista... y con la urgencia por generar obra pública que palíe la crisis de la construcción, los trasvases resultan no ser tan mala idea.
2 comentarios:
Las cosas no son blancas o negras, todo tiene un matiz. Lástima de un sistema político que no es capaz de reconciliar; que para diferenciarse entre sus electores necesite posicionarse en uno u otro lugar, inamovibles, con el único objetivo de que los demás los reconozcan de entre la jungla. Pero siempre queda la esperanza, confiar en que cada uno de los ciudadanos, en su interior, con la vista puesta en su propia experiencia, entienda que en Democracia también puede ocurrir que que lo blanco no es sólo blanco, ni lo negro tan negro.
Cintia no es sólo humana, creo que es un valor por descubrir. Al tiempo... si no se pone a criar. No sabeis lo que se pierde la humanidad por no haber descubrierto aún cómo conciliar la vida profesional y familiar de las mujeres.
Lo realmente importante en este asunto, o por lo menos así lo entiendo yo, no es si el agua llega a Almería a través de trasvases o desaladoras. Sí, reconozco que hay muchos aspectos a analizar antes de implantar uno u otro y que no es una decisión que haya que tomar a la ligera pero, ¿cuánto tiempo necesitan? ¿cuánto tiempo necesitan los políticos, dirigentes, responsables de millones de ciudadanos en darse cuenta de que hay ciudades como Almería que necesitan agua? Me asombra ver la parsimonia con la que se han tomado este asunto. Desde que soy pequeña (y reconozco que aún soy jovencita) estoy oyendo de lejos que Almería es zona desértica y tiene graves problemas de abastecimiento de agua, no sólo para beber; su población, en gran parte, subsiste gracias a la agricultura y eso también es vida, y necesidad, mucha necesidad. Pero claro, nadie se acordaba de la sed almeriense, ¿medidas urgentes? ¿para Almería? ¡Esperen que me despierte!
Sin embargo, miren qué rápido buscaron soluciones para “el problema de sequía de Barcelona”! Una temporada de escasez de lluvias, unas previsiones de sequía y ¡ya tenían solución! Ni si quiera habían llegado a vivir esos problemas, sólo eran previsiones… y ante la estupefacción del resto de ciudadanos, en un visto y no visto, ya tenían barcos, infraestructuras, partidas presupuestarias e incluso, habían iniciado las obras en el puerto de Carboneras para llevarse agua de Almería y dársela a los catalanes. ¿Y nos piden solidaridad? Pues no, oiga, ya está bien de tomarnos por tontos. Ya está bien de reirse en nuestra cara. ¡Ya está bien! Si tienen problemas de agua, como muchas otras zonas secas del país, que se pongan a la cola, que esperen años y años de discusiones políticas como hicimos nosotros, que sepan lo que es estar en verano y no poder abrir el grifo del agua porque no hay, y que soporten en sus aguas la contaminación medioambiental que supone el funcionamiento de una desaladora.
Y al final, todo para nada, llegó el otoño, con él las ansiadas lluvias y fin del problema. Los barcos, el material, las obras, ya no sirven para nada. Barcelona ya no quiere el agua porque ha llovido. Y ahora ¿qué hacemos? Pues nada, justificamos las obras en el puerto de Carboneras diciendo que ahí están para dar agua a todo aquel, que en algún momento lo necesite…
Y yo sólo puedo poner cara de incredulidad y reafirmarme en mi pensamiento de que en este país, siempre habrá ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda; y a los andaluces, por desgracia, nos ha tocado desempeñar el peor papel.
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