La historia de cómo un individuo cualquiera llega a pegársela al SAS no es nueva, pero sí más preocupantes que cuando la cosa ocurre a título particular, como cuando recientemente pillaron a un falso dentista en Níjar.
El caso es que aquí hablamos de palabras mayores. Aquí hablamos de que es toda una administración la que da por buenos unos títulos y una documentación que parece ser (presunción de inocencia, por supuesto) que es falsa. Eso recuerda el caso de Roldán ¿le recuerdan? El que fuera primer director general "civil" de la Guardia Civil -que acabó en prisión por cuestiones que ahora no vienen a colación- falseó su curriculum, y ese fue el que se distribuyó a los medios de comunicación y el que se incluyó en la documentación oficial... nadie lo revisó.
Ocurre algo parecido con Bernat Soria, el que fuera ministro de Sanidad, exportado desde Andalucía, a quien también le han encontrado en su curriculum oficial alguna que otra sorpresa... y que nadie desde la administración se paró nunca a investigar si era cierto o no.
Nunca se sabe si eso no será mejor -el que nos mientan en los historiales profesionales- a que nos digan la verdad. Recuerdo a un tal Javier de Paz, que ya andará por los cincuenta años y seguro que tiene un cargo estupendo y bien remunerado. Pues bien, cuando Felipe González le nombró algo así como director general de Comercio, o secretario de Estado de eso mismo (perdonen, pero hace muchos años y no doy más de mi), a los medios se entregó un brevísimo curriculum en el que sólo había una línea: "ex secretario general de Juventudes Socialistas". Y punto. Eso era todo.
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