El concejal de IU Diego Cervantes, tiene la habilidad de poner de los nervios a todos los que tiene delante cuando hay un pleno. A los del PP por unas cosas y a los del PSOE por otras. En el último pleno incluso llegó a reconocerlo el portavoz socialista Nono Amate, que pidió sólo una vez la palabra, y fue en el último punto del orden del día, precisamente para corroborar que se quedaba tranquilo ya que había visto que transcurría la sesión y Cervantes no se había metido con ellos... y que al fin lo había hecho... así... más tranquilo. Obviamente la coña fue recogida con risas.
Al alcalde, Luis Rogelio Rodríguez, lo molestó cuando antes de votar la subida de las tasas de los cementerios, pidió explicaciones sobre los motivos. El alcalde le dijo que el punto era si se estaba a favor, en contra o se abstenía, y que por tanto el debate no cabía. Finalmente lo hubo y Pablo Venzal ofreció incluso más datos de los solicitados.
El caso es que sólo Cervantes pidió explicaciones y repreguntó sobre el asunto hasta que todos -periodistas incluidos- lo tuvimos claro, y el único que pidió explicaciones sobre las relaciones entre el Ayuntamiento y Aqualia ya que algunos trabajadores asistieron al pleno para protestar contra la empresa.
También aprovechó Cervantes para culpar a la Junta -ahí es cuando respondió Amate, como sí él fuera parlamentario, delegado o consejero, no un concejal- de ciertos retrasos de obras, y como el Pisuerga pasa por Valladolid y el Andarax está seco, pues ya lanzó la primera embestida hacia la nueva consera de Obras Públicas, Rosa Aguilar, vilmente hurtada a IU y a Córdoba por José Antonio Griñán. Habrá más de estas, seguro.
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