Como tirar piedras de colores contra el propio tejado


Querer parar las obras del Ayuntamiento de Almería sencillamente porque a un concejal no le gusta el color que se le está dando al que será salón de plenos, es de juzgado de guardia. Y lo es porque alguien del Ayuntamiento supervisó y dio el visto bueno al proyecto presentado por los arquitectos contratados por la Junta de Andalucía, y aunque es posible que hubiera detalles que no aparecieran en él, es obvio que basta con tener en cuenta el estilo general que tendrá el edificio por dentro y por fuera como para imaginar que no se trata de recrear el que tenía si no de darle un nuevo aire. De cualquier modo, lo lógico hubiera sido que antes de dar la aprobación al proyecto, desde el Ayuntamiento se preguntara por todos los detalles para no llevarse sorpresas.
Es por eso que resulta ridícula la polémica acaecida durante la semana pasada y que seguramente se reeditará en esta tras el regreso del alcalde de la capital de unas minivacaciones que se ha tomado. Y es que da la impresión de que algunos quieren ir más allá de lo que no deja de ser una extravagancia del concejal de Urbanismo, Juan Megino, dispuesto a parar las obras por este tema. Algunos, insisto, han querido ver fisuras en el equipo de gobierno municipal, argumentando que mientras un concejal del PP apoyaba a Megino en lo de la paralización, otro afirmaba que debía continuarse con la obra… y ahora todo el mundo quedará pendiente de la opinión del alcalde que, sea la que sea, será interpretada como desautorización de unos u otros.
Es decir, que lo que en principio era una nueva excusa que enfrentaba en todo caso al Ayuntamiento con la Junta de Andalucía, ha acabado estallando dentro del equipo de gobierno municipal. Y lo peor es que se trata de una tontería, ya que en el fondo estamos hablando de gustos, y cada cual es muy libre de tener el suyo.
Lo que también es cierto es que parece que el nuevo salón de plenos tiene un aire mucho más moderno y funcional que el anterior, que tiene colores claros, retazos de cielo y mar… en fin, que nada que ver con aquel vetusto y oscuro que había. Será un salón de plenos acorde a una ciudad costera abierta al futuro.
Que para gustos, los colores, pero que alguien debía dar las siguientes explicaciones. Primero por qué nadie se interesó por cómo quedaría el salón de plenos cuando tuvo en sus manos el proyecto. Segundo, por qué el impulso inicial es parar las obras en vez pedir información y ver las posibilidades de cambiar las cosas sin provocar retrasos. Y tercero, por qué una tontería como esta acaba convirtiéndose en una bomba política en los medios de comunicación dentro del propio equipo de gobierno por las imprudencias de unos y otros.

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