Fue durante el primer mandato de Felipe González como presidente del Gobierno español, que ya comenzó el lento proceso de rehabilitación de la memoria de aquellos que murieron en defensa de la II República, o que posteriormente sufrieron las replesalias del dictador. Posteriormente ha habido pequeños pero importantes cambios legislativos para reconocer los derechos de aquellos a quienes perder una guerra les supuso además de perder la vida, acabar condenados al ostracismo en unos casos y al vilipendio en otros. Todo eso se ha ido haciendo sin ruido, pasito a pasito, porque la Justicia no es amiga de estridencias.
Apoyar el homenaje tributado a algunas de esas víctimas llevado a cabo ante las puertas del cementario almeriense por buena parte de la clase política local, es oportuno, pero no tiene nada que ver con el afán desenterrador del juez Garzón, y mucho menos con las pretensiones de quienes pretenden rehacer la historia en un afán más revanchista que justiciero.
En varias ocasiones he acudido a homenajes a Federico García Lorca, allá, entre Víznar y Alfacar, donde "mataron a un gorrión porque quería cantar", y de verdad, lo de menos es si el poeta está enterrado allí o 10 kilómetros más arriba, porque lo importante es el espíritu, el aroma, el aire, el sentimiento, la luna... su memoria. Y lo mismo pasa con Blas Infante... no es importante si el tiro se lo pegaron en la cuneta derecha o la izquierda, si fue en el kilómetro 4 de Carmona o en el 6... lo importante es todo lo recuperado.
Y qué decir de las víctimas que llegaron a Almería huyendo de la represión fascista en Granada, atrapadas por fuego enemigo antes de entrar en la ciudad. Y tampoco es posible olvidar a los casi cuatrocientos fusilados por quienes ganaron la Guerra.
Lo cierto y verdad es que al final... la Guerra la perdieron quienes durante 40 años creyeron haberla ganado. Hoy vivimos en democracia, hay alternancia política, quienes representan aquellos rancios ideales no obtienen votos ni para un diputado, la izquierda gobierna sin que el Rey su familia tengan que huir, las regiones son comunidades autónomas y algunas como Andalucía pueden definirse como "realidad nacional" y "nacionalidad" sin que España se rompa, la homosexualidad no sólo no es delito... además pueden casarse, hay divorcio, derecho al aborto... y... bueno, está claro quién ha ganado la GUERRA.
Justo es recuperar la memoria de aquellos represaliados, pero de ahí querer darle la vuelta a la historia va un abismo. ¿Existe algo más absurdo que, por ejemplo, anular la sentencia de Infante, que fue condenado tres años después de fusilarlo? Esa sentencia, como tantas otras, no es un estigma, es una medalla en su biografía.
Que cada cual entierre dignamente a sus muertos es de ley, pero hacer de ello una "causa general" es no haber entendido nada de lo que ha pasado en el último medio siglo.
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