Al final el alcalde de Almería, Luis Rogelio Rodríguez, ha hablado sobre el salón de plenos del Ayuntamiento, cuyo estilo había generado una polémica que... la verdad... ha resultado entretenida pero estéril y a veces patética.
El alcalde le ha dado la razón a todo el mundo. A su socio de gobierno y concejal de Urbanismo, Juan Megino, con quien comparte el desagrado por la estética que está tomando, pero no quiere paralizar las obras de la Casa Consistorial por esta cuestión. En esto último se pone del lado de la Junta de Andalucía, hasta el punto de que tampoco va a solicitar que el arquitecto se replantee su diseño interior. También con esta decisión acaba dándole la razón a los dos ediles del PP que habían hablado sobre este tema aunque en sentido contrapuesto, Francisco Amizián y Javier García.
Salomónico alcalde en tiempos en los que hasta el concepto de arte queda enrocado políticamente si miramos la cúpula de Barceló... socialistas que la aplauden como la "nueva Capilla Sixtina", y "peperos" que la ven como el techo de una cueva pero con graffittis. ¿Hasta en estas cosas hay que ponerse anteojos partidistas?
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